Los discípulos arrancan espigas el día de reposo.
(Mr. 2:23-28)
Un relato que nos introduce en una cuestión que es motivo de confusión a muchos cristianos sinceros: ¿Debe un cristiano guardar el sábado judío? Hay tantos versos en el Antiguo Testamento que insisten en respetarlo de forma estricta que fácilmente podemos tener esta duda.
Introducción.
En el último estudio dijimos que Marcos está ocupado en recopilar una serie de escenas que nos muestran como la oposición al Señor empezó a crecer y consolidarse (Mr 2:1-3:35). Esta oposición no vino de la gente sencilla sino de los grupos religiosos más representativos y sus líderes, entre ellos los fariseos y los escribas.
Estos relatos mencionan dos temas donde Jesús chocaba con las interpretaciones religiosas de los escribas. Primero el ayuno (Mr 2:18-22), y después la cuestión del sábado o día de reposo (Mr 2:23-28) (Mr 3:1-6). Si el primero hizo saltar chispas y tensó la cuerda al límite, el segundo terminó de romperla. «Y salidos los fariseos, tomaron consejo con los herodianos contra él para destruirle.» (Mr 3:6)
Y un dato importante, en paralelo a este enfrentamiento por causa del sábado, Marcos hace una nueva revelación sobre la Autoridad de Jesús. Su Autoridad sobre el “día de reposo”:«Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.» (Mr 2:28)
Seis son las áreas donde hasta ahora el evangelista muestra Su autoridad:
1º Autoridad sobre la Palabra revelada.
2º Autoridad sobre los espíritus inmundos.
3º Autoridad sobre la enfermedad.
4º Autoridad sobre la lepra y su inmundicia.
5º Autoridad para perdonar pecados.
6º Autoridad sobre el día de reposo.
No se trata de una manía de Marcos sino que tiene un propósito: Evidenciar la excepcionalidad de la persona de Jesús. Una invitación a reflexionar y conocerle a través de sus hechos. Verdaderamente Él es el Mesías prometido, y además participa de la naturaleza divina.
Los discípulos arrancan espigas el día de reposo.
(Mr 2:23)“Aconteció que al pasar él por los sembrados un día de reposo, sus discípulos, andando, comenzaron a arrancar espigas.”
Este verso describe el escenario y la situación que da pie a la pregunta de los fariseos. En uno de sus desplazamientos, Jesús, seguido de sus discípulos pasa junto a un campo de trigo que al parecer estaba listo para la cosecha. Posiblemente era el final de primavera y principio del verano. Si estamos en lo correcto, esto significa que estas escenas sucedieron después de su viaje a Jerusalén posiblemente para celebrar la segunda pascua en su ministerio (Jn 5:1).
Según explica Mateo, los discípulos tienen hambre y por eso cortan algunas de las espigas, las desmenuzan con sus manos (Lc 6:1) y mastican los granos (Mt 12:1). La ley preveía esta posibilidad (Dt 23:25). Hasta aquí todo normal. «Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo.» (Dt 23:25)
El problema está en que ese día era sábado, por tanto un día de reposo. Atendiendo a la Ley, no se podía trabajar. «Mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.» (Ex 20:10)
¿Pero realmente puede considerarse trabajo arrancar unas espigas y comer el grano para quitar el hambre? ¿No estaban exagerando? La cuestión era que la tradición rabínica había determinado que arrancar unas espigas, aún para comerlas al momento, entraba en la categoría de cosechar y eso si estaba prohibido1.
¿Por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito?
(Mr 2:24) “Entonces los fariseos le dijeron: Mira, ¿Por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito?”
El verso nos presenta a los fariseos actuando como una especie de “policía religiosa”. Vigilando, buscando una oportunidad contra Jesús, hasta que al final la encuentran. Es verdad que el “acto ilícito” no lo hace el Señor, pero Él es el maestro y no hizo nada por impedirlo. La expresión “Mira” con la que se dirigen a Jesús indica que lo hicieron escandalizados, alarmados, con lo que había pasado.
Debe un cristiano guardar el sábado judío.
A continuación abrimos un pequeño paréntesis para responder a una cuestión que en ocasiones confunde a los creyentes: ¿Debe un cristiano guardar el sábado judío? Hay tantos versos en el Antiguo Testamento que insisten en respetarlo de forma estricta que fácilmente podemos tener esta duda.
La respuesta sin lugar a dudas es no. No estamos obligados. Incluso diría que los judíos de esta presente dispensación tampoco estarían obligados. Otra cuestión es que por razón del testimonio entre sus hermanos puedan o no guardarlo. Siendo breves, damos las siguientes razones para meditar:
1º. No fue establecido con carácter universal para todos los seres humanos. En Génesis encontramos el concepto (Gn 2:2-3), pero no un mandamiento de carácter universal. De hecho: No hay prueba de que los patriarcas practicaran un descanso sabático.
2º. Fue establecido para Israel como pueblo, como señal de su relación especial con Dios (Ex 31:16-17) (Dt 5:15)
– Antes de Moisés, era un día desconocido para Israel (Dt 5:2-3) (Nh 9:13-14).
– Deuteronomio nos explica que fue dado a un pueblo redimido, y que era un símbolo del descanso tras la liberación de Egipto.
3º.Los creyentes judíos en Jerusalén lo guardaron, (Hch 3:1) (Hch 10:9), al igual que otras costumbres, pero como algo conveniente, por buen testimonio a sus hermanos de raza (Hch 21:20-26).
4º.El llamado “concilio de Jerusalén” no pidió a las iglesias no judías, gentiles, que lo guardaran. Pero sí que, por deferencia a los cristianos de origen judío, guardasen otras normas (Hch 15:28-29).
5º. Pablo no enseñó la necesidad de guardarlo en las nuevas iglesias que fundó (Col 2:16) “Por tanto, nadie os juzgue…” Ningún cristiano debiera ser inquietado por otro respecto al sábado ni aún por aquellas cosas que come. Otro tema es que, por amor a los más débiles, haya ocasiones en que debamos limitarnos en nuestra libertad.
6º. Es el único de los 10 mandamientos que, de una u otra forma, no es citado después de Pentecostés.
7º.La enseñanza para la iglesia es que lo que el sábado simbolizaba para los judíos, descanso de Dios tras la liberación de la esclavitud (Dt 5:15), ahora se cumple en Cristo.
El sábado se cumple en Cristo.
– (Ro 10:4) Cristo es la meta u objetivo de la ley. Cristo es el cumplimiento de la misma.
– (Col 2:16-17) Destacamos que al sábado, días de reposo, se le llama sombra, y a Cristo “el cuerpo”, es decir “la realidad”. El sábado judío es la sombra del verdadero reposo que es en Cristo. Meditemos en esto:
1.-En Cristo tenemos descanso porque nos ha libertado de la esclavitud del pecado (Jn 8:36).
2.-En Cristo tenemos reposo porque todo obrar del hombre en busca de salvación, y toda inquietud al respecto ha cesado (Mt 11:28). Salvos por gracia, por medio de la fe en Él.
3.-En Cristo tenemos reposo porque nos introduce en nuestro descanso eterno, en el cielo.
4.-En Cristo tenemos el descanso que el creyente necesita en medio de las dificultades y contratiempos de la vida (Mt 28:20).
La respuesta de Jesús (Mr 2:25-28).
Terminado este paréntesis, volvemos a la pregunta de los fariseos “¿Por qué hacen en el día de reposo lo que no es lícito?”
La respuesta de Jesús tiene tres partes: Una ilustración bíblica, (Mr 2:25-26) y dos afirmaciones (Mr 2:27-28). Aunque si acudimos a Mateo encontraremos un argumento bíblico más (Mt 12: 1-8).
Esta respuesta es todo un ejemplo del por qué la gente se callaba y quedaba asombrada cuando Jesús enseñaba. No solo que conocía la Palabra, sino que sabía interpretarla y aplicarla a cada situación.
La ilustración: David come el pan de la proposición (Mr 3:25-26).
El Señor adopta la posición de un rabí, de un maestro judío, por eso responde con una pregunta.
(Mr 2:25)“¿Nunca leísteis lo que hizo David cuando tuvo necesidad, y sintió hambre, él y los que con él estaban;”
La pregunta tiene que ver con lo que sucedió a David y sus hombres cuando huían de Saúl y fueron a Nob, lugar donde estaba el Tabernáculo del Señor con el arca.
(Mr 2:26)“cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiatar sumo sacerdote, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino a los sacerdotes, y aún dio a los que con él estaban?”
La huída fue precipitada, no tenían provisiones. Estaban pasando hambre y David pide pan al sumo sacerdote. Este responde que solo tiene el pan de la proposición, es decir doce panes que eran colocados sobre una mesa en el lugar santo y que cada sábado eran cambiados. Los panes que se retiraban no se tiraban, sino que según la ley del culto eran comidos por los sacerdotes (Lv 24:5-9).
(Lv 24:9) “Y será de Aarón y de sus hijos, los cuales lo comerán en lugar santo; porque es cosa muy santa para él, de las ofrendas encendidas a Jehová, por derecho perpetuo.”
Lo interesante de esta historia, y por eso el Señor la menciona, es que el sacerdote da ese pan consagrado a David, y este, junto a sus hombres, lo comen y no sucede nada. Dios no le tuvo en cuenta ni al sacerdote ni a David su comportamiento. Y eso, a pesar de las advertencias estrictas para que cosas así no sucedieran (Lv 19:8). El relato lo encontramos en (1º Sam 21:1-6).
¿Imagina qué hubiese sucedido si esta escena ocurriese en los días de Jesús? Sería terrible. ¡Los fariseos y escribas hubiesen terminado condenando a David, al Ungido del Señor! Evidentemente tenían un problema con sus tradiciones.
En conclusión, si una ley ceremonial dada por Dios, es decir relacionada con el culto, puede ceder ante una necesidad, ¿Cuánto más una norma o interpretación humana sobre el día de reposo? La necesidad de las personas, y en este caso la de los discípulos, era más importante que una tradición o interpretación humana.
El peligro de las tradiciones humanas.
Pero lo más triste es que ellos, escribas conocedores de la Ley y maestros de las Escrituras, que habían leído mil veces esta historia, no eran capaces de discernir esta situación ni de aplicarla «Y si supieseis qué significa: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los inocentes;» (Mt 12:7).
En este caso los inocentes eran los discípulos, pero ¿Cuántos inocentes habían sido condenados de manera inmisericorde, pasando por alto las necesidades de la persona, y todo por hacer cumplir una tradición de hombres? Es interesante darse cuenta como empieza Jesús su argumento: “¿Nunca leísteis…?” (Mr 2:25) o como dice Lucas “¿Ni aún esto habéis leído…?” (Lc 6:3)
Claro que leían, y claro que conocían la historia, pero en la práctica era como si no lo hicieran. El problema era que lo hacían con los ojos de la tradición y de las enseñanzas de sus rabinos. Tradiciones y enseñanzas que colocaban al mismo nivel que las Escrituras. Y eso oscurecía la Palabra.
Este es el problema del catolicismo romano y sus tradiciones. A pesar de que muchos católicos sinceros y de sus religiosos tienen y leen la Biblia, no son capaces de ver la sencillez de su mensaje evangélico. El frescor y la verdad de la Palabra está escondida bajo un montón de dogmas e interpretaciones humanas.
Eso es lo que hacen las sectas, como los llamados Testigos de Jehová, que imponen a sus adeptos la interpretación que el cuerpo gobernante hace de las Escrituras. Lo que ocurre con los llamados “Adventistas”, que tan cercano se presentan a los grupos evangélicos. Para ellos, la Escritura debe ser interpretada a la luz de los escritos que dejó su profetiza Elena White. Y así sucesivamente.
Este es el problema de muchas de las personas que una y otra vez escuchan el Evangelio. Están aferrados a la herencia de sus padres, a las tradiciones antiguas, y no permiten que la Palabra de Dios les hable para cambiar sus vidas.
Seamos como aquellos de Berea, hombres y mujeres que dejando a un lado los prejuicios de la religión y las tradiciones buscan la verdad, la sencillez de las Escrituras, y se dejan transformar por ellas (Hch 17:10-11).
Las dos afirmaciones de Jesús sobre el día de reposo.
(Mr 2:27-28)“También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo. Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
“También les dijo…” A continuación Marcos añade dos afirmaciones con las cuales Jesús pretende despojar ese día de tradiciones humanas y devolverle su sentido original. Y para ello apela tanto al sentido común como a su propia Autoridad.
1.- El día de reposo fue hecho por causa del hombre (Mr 2:27).
(Mr 2:27) «… El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.»
Dos cuestiones previas antes de adentrarnos en estas palabras de Jesús:
* Esta afirmación es material inédito de Marcos. Es decir, no aparecen ni en Mateo ni en Lucas. Una evidencia más de cómo estos tres evangelios, aunque paralelos en su contenido, son diferentes, y se enriquecen entre ellos.
* Otra cuestión interesante es que a finales del Siglo I de nuestra era, unos 70 años después de la ascensión del Señor, habían rabinos que usaban este razonamiento en sus argumentos: “El sábado fue dado a causa del hombre, no al revés.” Para aquellos que creemos que los evangelios fueron redactados en un tiempo temprano, es una evidencia de cómo algunas de las enseñanzas de Jesús terminaron “calando” y condicionando a sus propios maestros.
“El día de reposo fue hecho por causa del hombre,” En otras palabras, Dios hizo este día para beneficiar al hombre, en este caso a su pueblo, y no para convertirlos en esclavos. Tenía el propósito de dar libertad y oportunidad para ocuparse en Dios como Creador y Redentor.
Pero si leemos las 39 prohibiciones “padres” que los judíos tenían para el sábado, todas las prohibiciones “hijas” que derivaban de ellas, y la casuística que fueron acumulando, entenderemos la oportunidad de las palabras de Jesús. No solo habían convertido al hombre en un esclavo del sábado sino que además se daba una imagen distorsionada, a veces ridícula y otras monstruosa, de Dios.
Que no se pudiese matar una pulga en sábado porque eso es cazar, o discutiesen sobre si escupir sobre tierra y pisarlo era trabajar porque eso formaba barro, no pasa de lo anecdótico, pero cuando tienes decenas y cientos de normas de este tipo, que controlan los detalles más insignificantes de la vida, que obligan a vivir pendiente de qué cosas puedes hacer en público o en privado, a sentirte juzgado por tus vecinos, lo que se ha conseguido es que ese día se convierta en una carga insufrible.
Y qué decir de las prohibiciones de aplicar remedios que aliviasen el dolor de los enfermos, o de colocar un hueso dislocado, aplicar un vendaje a una torcedura. Todo ello podía esperar si la vida de la persona no estaba en grave peligro.
Dios nunca quiso que el sábado convirtiese al pueblo en esclavo de un montón de normas, que prohibiese actuar con misericordia, hacer el bien, o les privase de una relación gozosa con Su persona.
Una palabra de advertencia.
Lo que ocurrió a los fariseos y religiosos de aquella época, reducir la vida piadosa a reglas y tradiciones, y el afán por medir a las personas por ellas, es un peligro que también nosotros tenemos que enfrentar. No somos mejores que ellos.
Es fácil olvidar que el cristianismo es primeramente una relación personal con Dios por medio de Jesucristo y que esta relación no se puede sustituir con normas rígidas, reglas impersonales y prohibiciones aún cuando en su origen tengan buena intención. Tres áreas que debemos cuidar:
1º.La conversión: Las personas no tienen que convertirse a una lista de normas o costumbres, tienen que convertirse a Cristo y ser transformadas por Él.
2º.El crecimiento cristiano: Crecer espiritualmente no es cumplir normas, costumbres o prohibiciones, como hacía el judaísmo, y en la medida que cumplan discernimos si crece espiritualmente o no. Tampoco el ir adquiriendo un carácter serio y austero.
El verdadero crecimiento espiritual es el resultado de una relación viva con Dios, y de la Obra del Espíritu y la Palabra cautivando y transformando nuestros corazones (Hb 12:1-2)
De ahí que una de las mejores ilustraciones del crecimiento de un cristiano sea la de una planta, que está arraigada en Cristo, que es vivificada y fortalecida por la luz del Espíritu de Cristo y que es regada y alimentada con la Palabra de Cristo (1 P. 2:2-4).
(Jn 5:5) “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”
3º.Nuestras relaciones personales y el peligro de convertirnos en jueces sin misericordia con nuestros hermanos, cuando no actúan conforme a nuestras convicciones personales.
Hermanos, no todos los creyentes maduran al mismo tiempo, no todos los creyentes dan la misma cantidad de fruto, no todos toman las mismas decisiones respecto a su compromiso con el Señor, e incluso en cuestiones de práctica cristiana pueden haber diferencias (Fil 3:15) (Mr 4:20) (Hb 5:12). No nos precipitemos en nuestros juicios y apliquemos el principio de Ro 14:13.
(Ro 14:13) «Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.»
Evidentemente esto no significa pasar por alto el pecado o dejar de exhortar a tener vidas agradables ante Dios. El énfasis es que en vez de vivir pendientes del otro, entrando muchas veces en áreas o facetas que tienen que ver con la libertad y la responsabilidad personal ante Dios, cada uno esté pendiente de sí mismo para con su comportamiento cuidar de su hermano. Tengo libertad, sí, pero como soy maduro la uso con responsabilidad cristiana.
2.-El Hijo del hombre como Señor del día de reposo (Mr 2:28).
Llegados a este punto, no es difícil imaginar lo contrariados que estaban aquellos maestros religiosos con las palabras de Jesús:
– Primero, porque de forma indirecta, Jesús, junto con sus discípulos, se compara con David y sus valientes. Se puso a la misma altura. ¿Y quién era este para compararse con el ungido, el gran rey de Israel?
– Segundo, ¡Estaba cuestionando tradiciones centenarias sobre el sábado! “¿Pero quién se cree que es? ¿Qué autoridad tiene?”.
A continuación el Señor hace la otra gran declaración respecto al sábado. Que por cierto, debió doler más aún que la primera:
(Mr 2:28) “Por tanto, el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
“Por tanto…”, es decir, como conclusión final a toda la enseñanza sobre el día de reposo, Jesús declara, y sin ningún tipo de rubor, su Autoridad sobre el día de reposo: “el Hijo del Hombre es Señor aun del día de reposo.”
Hay tres argumentos que fundamentan esta afirmación de Jesús, y todos ellos relacionados con su condición de “Hijo del Hombre”:
1.-Porque “el Hijo del Hombre” es el representante del hombre.
Hay una línea de interpretación que sostiene que los evangelistas posiblemente se equivocaron al traducir la expresión “Hijo del hombre” del arameo (el idioma en que predicó Jesús) al griego (el idioma en que se escribieron los evangelios). Debían haberla traducido como “hombre” en el sentido de “el ser humano” y no como título mesiánico. De ese modo, el sentido de la afirmación sería: “Puesto que el día del reposo fue hecho por causa del hombre, el hombre es Señor del día de reposo”. Hay dos buenas razones para desechar esta posibilidad:
– Los escritores de los evangelios sinópticos o bien fueron testigos directos de las palabras de Jesús, el caso de Mateo, o bien se relacionaron directamente con los que le oyeron, como ocurre con Marcos que escribe según el testimonio de Pedro. Es difícil explicar por qué los tres evangelistas se equivocan o por qué ninguno se atreve a corregir los escritos anteriores.
– Por otro lado, que las Escrituras son inspiradas por Dios. Esto significa que el Señor guió a los autores para escribir exactamente lo que escribieron, guardándolos aún de este tipo de error.
La lógica natural del argumento enseña que Jesús asume aquí su condición de hombre representativo, hombre colectivo, y como tal afirma su autoridad sobre el día de reposo. El razonamiento sería este:
“Si el sábado ha sido hecho para el hombre…, con mucha más razón el Hombre que ha venido para salvar a los humanos (Jesús en cuanto Hijo del Hombre) será Señor del sábado”2. (“Cristología del Nuevo Testamento” Oscar Cullmann, Pág. 217. Editorial Sígueme, y que cita a Th Preiss).
2.-Porque “el Hijo del Hombre” viene del cielo (Jn 3:13,31) (Jn 8:23):
Aunque identificado con el hombre, su origen es celestial. Él viene de arriba, como enseña Daniel (Dn7:13-14), y tiene Autoridad Divina tanto por origen como por delegación en función de su misión.
Recordemos que en el Antiguo Testamento Dios dice que ese día era suyo (Is. 58:13) “mi día santo”. Él lo creó y estableció como señal a Israel. Jesús, al reclamarlo como suyo, “Señor del día de reposo”, está colocándose a la misma altura que el Señor en el A.T. En otras palabras, está apuntando a la divinidad del Mesías.
3.-Porque el día de reposo es “Su día” (del Mesías).
El pensamiento judío entendía que había una relación estrecha entre el Mesías y el sábado. Que este era como un anticipo de la era mesiánica. Se hablaba del día de reposo como Su día porque Él vendría a dar descanso a Israel (Lc 1:74-75).
En conclusión, ni sus discípulos habían hecho algo ilícito, ni Él había consentido una desobediencia. Puesto que Él es “El Hijo del Hombre” y por tanto “Señor del día de reposo”, es Él y no la tradición, quien tiene el derecho a decir lo que era y lo que no era lícito en ese día.
“Señor aún del día de reposo.”
Y para terminar, una última observación. El Señor no dijo que era “Señor del día de reposo”, sino “Señor aún del día de reposo”. En palabras de Lucas “También del día de reposo” (Lc 6:5). Aquí tenemos dos líneas de pensamiento:
En primer lugar: Que no solo tiene Autoridad sobre la Palabra revelada, sobre los espíritus inmundos, sobre la enfermedad, sobre la inmundicia (la lepra), Autoridad para perdonar pecados, sino también sobre el día de descanso. Todas las áreas que condicionaban la vida del judío y su relación con Dios estaban bajo Su Autoridad. Esta última afirmación debía provocar una pregunta trascendental ¿Quién es Jesús?
En segundo lugar, y esto a un nivel mas práctico para nosotros: No solo el sábado judío, sino que también todos los otros días de la semana le pertenecen. Por tanto el hombre no debería servirle solamente un día sino la semana entera.
En nuestro caso, es importante apartar el primer día de la semana para reunirnos como hacían los primeros cristianos, para adorar a Jesús como Dios, y obedecer Su mandato de hacer memoria de Él.
Pero ¿y qué del resto de la semana? ¿Acaso ya el Señor no tiene nada que decir pasado el domingo? Si somos creyentes, tenemos que saber que tampoco nos pertenecen. También son del Señor. No significa necesariamente que tengamos que reunirnos todos los días, pero sí que bien sea en el trabajo, en los estudios, o en el hogar, aún en el deporte, o cuando estamos con los amigos, Jesús debe tener el primer lugar. Nuestro corazón debe ser para Él. ¿De quien son tus días? ¿Cómo los vives?
1. El siguiente pasaje talmúdico se refiere a esto: «En el caso de una mujer que aplasta con un rodillo trigo para quitar la cáscara, se considera como cribar o cerner; si frota las espigas, esto se considera trillar; si limpia las adherencias laterales, es cribar fruto; si aplasta las espigas, es moler; si las lanza hacia arriba con la mano, esto es aventar» (Jer. Shabbo po 10 a, líneas 28 a 26 desde la base.) Tomado de La vida y los tiempos de Jesús el Mesías. Tomo I. Alfred Edersheim. pág. 808. Toda la exposición de Alfred E. (pág 806 en adelante) está llena de datos esclarecedores.
2. Cristología del Nuevo Testamento, Oscar Cullmann, Pág. 217. Editorial Sígueme, y que cita a Th Preiss.