29 Misión de los Doce discípulos

Misión de los Doce discípulos

(Mr 6:7-13)

A veces pensamos que los únicos que tienen que ser confrontados con la persona de Jesús y tomar decisiones son los inconversos. Y nos equivocamos. Olvidamos que aquellos que ya hemos tenido un encuentro personal con Jesús estamos en un proceso de discipulado, y por tanto tenemos que ser confrontados constantemente con Su Persona y con Su Palabra.

Esta es una verdad especialmente relevante en las escenas que veremos a continuación: “El viaje misionero de los Doce”, la “Alimentación de los cinco mil”, “Jesús anda sobre el mar”, incluso en la “Muerte de Juan el Bautista”. Esta última no solo anticipa el final que esperaba al propio Jesús, también el rechazo que espera a los que anuncian el Evangelio (Jn 15:20). En consecuencia, la pregunta que debe estar presente en cada ocasión será ¿Cómo responderé a Jesús y sus enseñanzas?

Tercer viaje misionero por Galilea.

(Mr 6:6b) “Y recorría las aldeas de alrededor enseñando.”

¿Qué hizo Jesús después del “fracaso” en Nazaret? ¿Amagó con dejarlo todo y retirarse por un tiempo? No. Lejos de desanimarse el Señor inicia el que se conoce como su tercer y último viaje misionero por Galilea1. Jesús es el sembrador incansable de la parábola (Mr 4:3).

Este será el contexto de nuestra narración. Será con motivo de este viaje que el Señor pronuncia las conocidas palabras de (Mt 9:37-38): “A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.” Mateo es el evangelista que más detalles da. Si queremos profundizar haremos bien en leerlo (Mt 9:35-11:1).

Jesús envía a los Doce a predicar (Mr 6:7-13).

Cristianos viviendo en la opulencia y la ostentación. Maestros bíblicos, pastores, evangelistas, personas llamadas a servir al pueblo de Dios viviendo en opulencia y ostentación. Es decir, en lujos y excesos, exhibiendo, jactándose, alardeando o haciendo notorio sus riquezas y sus posesiones. Aviones privados, coches lujosos, grandes hoteles, restaurantes, marcas de lujo … 

Este tipo de comportamientos lo único que ha traído y trae es desprestigio al buen nombre de Dios y al Evangelio. Hacen ciertas las palabras de Pablo en la carta a los romanos: (Ro 2:24) “Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.”

¿Qué dice aquí el Señor sobre estas cosas? ¿Qué espera Jesús de aquellos que le sirven? Esta enseñanza es de gran actualidad.

La comisión o encargo a los Doce.

(Mr 6:7) “Después llamó a los doce, y comenzó a enviarlos de dos en dos; y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos.”

En algún momento de este viaje, el Señor toma una decisión inesperada: “Enviar a los Doce solos y de dos en dos a predicar el mensaje del arrepentimiento”. 

En capítulo tercero vimos el momento en que Jesús llama de entre sus discípulos a un grupo de doce: “para que estuviesen con Él, y para enviarlos a predicar” (Mr 3:14).  Pues bien, ese momento de empezar a asumir responsabilidades, de entrar en una nueva fase de aprendizaje, había llegado. 

“Y comenzó a enviarlos de dos en dos;” ¿Por qué equipos de dos? De esta manera la zona a cubrir sería mayor y el tiempo empleado se reducía considerablemente. Tambien podríamos preguntar ¿Y por qué no individualmente? Cubrirían aún más terreno. Pero en ese caso hay cuestiones que quedarían descuidadas, por ejemplo: 

La ayuda mutua, el consejo y aliento en la adversidad, la comunión fraternal, todo esto son aspectos a valorar para un servicio cristiano más eficaz (Ecl. 4:9-10).

Y otro tema que a veces descuidamos, las previsiones legales. De esta forma el testimonio de ambos sería válido conforme a la ley judía (Dt 19:15) (Mt 18:16).

Cuando llegamos al libro de los Hechos, donde se narra la expansión del Evangelio y la iglesia, encontraremos a Pedro y Juan predicando juntos ((Hch 3:1; 4:1,13,19), a Bernabé y Saulo (Hch 13:1-3); Bernabé y Marcos (Hch 15:39) y Pablo y Silas (Hch 15:40). Seguramente, esta sea una de las asignaturas pendientes del cristianismo actual: aprender a trabajar de forma conjunta con otros hermanos en la obra de Cristo.

“y les dio autoridad sobre los espíritus inmundos.” Pero no solo sobre los demonios, también la de sanar enfermos (6:13). 

¿Cómo mostraban los Apóstoles que verdaderamente eran enviados de Jesús? ¿Cuál era su acreditación? La respuesta es, por medio de los exorcismos y las sanidades que hacían en Su nombre. Estas cosas eran señales de su apostolado. Además de ser una señal, la expulsión de demonios tenía un significado añadido: 

El Mesías había llegado para deshacer las obras del maligno. Eran un anticipo de su victoria final.

Evidenciaba el carácter del reino que Jesús había venido a establecer. Mientras que Satanás esclaviza y deshumaniza a las personas, nuestro Señor devuelve la dignidad y la libertad a los que creen en Él (Col 1:13).

Instrucciones para la misión.

(Mr 6:8-9) “Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente bordón: ni alforja, ni pan, ni dinero en el cinto, sino que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.”

Una de las cosas que más llama la atención de esta misión son las condiciones que Jesús dio. Las mismas instrucciones pero con algunos énfasis se repiten en Mateo y Lucas. Primero explicamos las palabras2, después entramos en la enseñanza:

que llevasen bordón: traduce la palabra griega rabdos, que en este contexto significa vara que sirve de apoyo al caminante. Nuestro diccionario define al bordón como un bastón largo, más alto que la persona, propio de un caminante. 

que no llevasen alforja: en griego pera, bolsa de cuero propia de los viajeros y que se usaban para las provisiones. Hoy diríamos, una bolsa de viaje.

ni pan: en griego artos, referencia a una pequeña torta cocida, de poco grosor, hecha de harina y agua.

ni dinero en el cinto: la palabra griega es calkos, literalmente cobre. La moneda más pequeña y de menos valor. En este caso, dinero en sentido genérico. La costumbre era guardar el dinero en el cinto con que ceñían el vestido.

que calzasen sandalias: Sandalion, generalmente consistía de una suela de madera atada con tiras alrededor del empeine y del tobillo. 

que no vistiesen dos túnicas. Dependiendo de las posibilidades económicas, se podía vestir una prenda interior más ceñida al cuerpo llamada quitón, y otra exterior más suelta y elaborada (Jn 19:23-24). En esta ocasión se les pide vestir solo una, la que cumpliría ambas funciones. Esto implicaba identificación con los más humildes.

Reuniendo los testimonio de Mateo y Lucas, las instrucciones quedarían así: Un calzado adecuado, la ropa puesta y el bastón para caminar. No hacía falta bolsa de viaje, la alforja, porque ni llevaban otra túnica, ni otras sandalias (Mt 10:10), ni comida. Ni siquiera dinero para comprar otro bastón (Lc 9:3) o alguna de esas cosas. 

Comida y alojamiento.

Pero entonces ¿Cómo subsistirían? El Señor está contando con un elemento muy importante que era la hospitalidad, y en especial la provisión que harían las personas piadosas de entre el pueblo (Mt. 10:10) “porque el obrero es digno de su alimento.” 

De esto, de la hospitalidad y de la responsabilidad del pueblo frente a los enviados del Señor, hablan los siguiente versos:

(Mr 6:10-11) “Y les dijo: Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar. Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos. De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.”

Ahora bien, la posibilidad de que pudiesen ser mal recibidos y no tener ninguna atención también era real. La influencia de la sinagoga y de los escribas de Jerusalén podía aparecer en cualquier momento. ¿Y entonces? Esto es importante porque nos enseña que el propósito último de esta instrucción no es que aprendan a confiar en los hombres3, sino a depender del Señor en todo. “Que tuviesen la experiencia de la ayuda constante de Dios en el camino de la obediencia y de la fe.”4 (Mt 6:26).

¿Qué aprendemos de estas instrucciones? ¿Cómo las aplicamos a nuestros días? La necesidad de extender el evangelio persiste, la necesidad de hombres y mujeres consagrados al servicio del Señor es real. Tres cosas destacamos aquí:

1º. La necesidad de vidas sencillas (Mt 6:24). Este es uno de los grandes principios que podemos extraer de estas palabras de Jesús. Lo contrario tiene dos problemas: a) Restará credibilidad al mensaje del Evangelio. ¿Cómo vamos a expresar al mundo el amor de Dios y a nuestro prójimo si los lujos, los excesos y la ostentación son parte de nuestra vida? (1ª Jn 2:15). b) Le hará daño a la propia persona. Hay un peligro muy real de ser arrastrado por el mundo y arruinar su testimonio (1ª Tm 6:8-10). 

Hermanos, no dejemos que el apego a las cosas materiales se convierta en un lastre que impida servir con libertad, ni en un tropiezo para las personas que nos ven. Más bien usemos las riquezas injustas para ganar almas para Cristo.

2º. La necesidad de confiar en Dios como aquel que provee a los suyos de todo lo necesario (Mt 6:33). Otra gran lección que debe presidir cualquier servicio para el Señor. Si buscamos el favor de los hombres, si dependemos de sus instituciones, entonces estamos creando ataduras e hipotecando el servicio para el Señor. “Quien paga manda” dice el dicho popular.

3º. La responsabilidad de sostener la Obra de Dios es de los creyentes. Esta es la cara b de la afirmación anterior (1ª Co 9:11) (Gal. 6:6) (1ª Tim 5:17-18). En otras palabras, el propósito de Dios es utilizar a sus hijos para proveer de lo necesario para los obreros y servicios que se realizan. Cada uno de nosotros tenemos responsabilidad en este ministerio.

Un servicio abnegado.

Pero aún no hemos terminado, en estos versos (6:10-11) hay todavía al menos tres detalles que llaman la atención:

La prohibición de ir de casa en casa: “Dondequiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de aquel lugar.” (Mr 6:10). ¿Y por qué? Al fin y al cabo si allí tengo mejor cama y se come mejor ¿Por qué no puedo cambiar de casa? Hay tres razones para ello:

1. Primeramente que eso sería un desprecio para aquella familia que, habiéndola juzgado previamente como digna, se ha esforzado en recibir a estos enviados del Señor (Mt 10:11). Por otro lado, recordemos que son estancias breves, que están de paso, es la comida del día o quizás el alojamiento de una noche.

2. En segundo lugar, la renuncia de mis comodidades o privilegios por amor al Señor sería otra de las grandes lecciones que aprendemos aquí ¿Estamos dispuestos a ello? ¿Es esto lo que vemos en el llamado “mundo evangélico”? 

3. Y por último, teniendo presente la proyección futura que estas palabras iban a tener, el Señor está tratando de conjurar un peligro evidente: Aquellos que toman el Evangelio como una forma de vida, para vivir a costa de otros, siempre buscando como mejorar con el esfuerzo de los demás. Esta prohibición habla de la necesidad de una verdadera vocación de servicio. 

El gesto de sacudirse el polvo: Y si en algún lugar no os recibieren ni os oyeren, salid de allí, y sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, para testimonio a ellos.” (Mr 6:11).

Al abandonar un territorio pagano, los judíos tenían por costumbre sacudir el polvo de sus sandalias y de sus ropas. De esta manera mostraban que se desvinculaban de él.  Lo curioso de estas palabras es que Jesús lo dice de los judíos. Que cuando rechazan la predicación de los discípulos son como paganos.

Lo cual contiene una tremenda lección espiritual, nos recuerda que tratándose del perdón y de la Salvación, lo importante no es la familia en que hemos nacido, ni la tradición religiosa que profesemos, sino la respuesta que damos al Evangelio, recibir al Señor Jesús como único y suficiente Salvador.

A mayor conocimiento, mayor responsabilidad.” Este es el principio que nos recuerda la siguiente sentencia de Jesús: “De cierto os digo que en el día del juicio, será más tolerable el castigo para los de Sodoma y Gomorra, que para aquella ciudad.” (Mr 6:11). 

Jesús no resta responsabilidad a aquellas ciudades. La degradación moral que alcanzaron Sodoma y Gomorra junto con sus ciudades hermanas fue nauseabunda a los ojos de Dios, y conllevó un justo juicio. Solamente hace ver lo terrible de tener cerca al Salvador, escuchar el mensaje de Salvación y despreciarlo, ello te coloca en una situación de mayor juicio.

El cumplimiento de la misión.

(Mr 6:12-13) “Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen. Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban.”

“Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen”. Tres cosas a destacar: 

1. La obediencia, salieron a la misión así, tal cual el Señor los envió, con todas esas extrañas instrucciones. A veces es fácil criticar la falta de fe de los discípulos, pero su respuesta habla de personas que aún con sus imperfecciones realmente confiaban en Jesús. 

2. El mensaje: Es el mismo mensaje que Jesús comenzó predicando en Galilea (Mr 1:14-15). Es decir, ellos no inventaron el mensaje, no predicaron lo que a ellos les parecía, sus propias opiniones, sino lo que Jesús les había encargado: la necesidad de que tomasen conciencia de su condición pecadora, que reconociesen a Jesús como el Mesías enviado de Dios y se volviesen a Dios de todo corazón.

3. Orden en las prioridades. Generalmente las palabras que más llaman la atención son las finales: “Y echaban fuera muchos demonios”, “ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban”. Y pasamos por alto el contenido del verso anterior sobre la predicación de la Palabra. El llamado al arrepentimiento. 

Sin embargo, el orden de las frases e incluso los tiempos verbales utilizados parecen indicar otra cosa5. Lo importante de la misión era la predicación, y después, atendiendo a la oportunidad, a la necesidad, el Señor confirmaba la predicación por medio de estos milagros. Como ya hemos explicado, estas cosas eran señales que les acreditaban como enviados del Mesías. 

Cometemos un error cuando convertimos lo secundario en primario y lo primario en segundario. Cuando prestamos más atención a lo más llamativo y menospreciamos la predicación del evangelio (Ro 1:16) “Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.”

 

 

1. El primero de estos viajes es mencionado por los tres evangelistas (Mt 4:23-25) (Mr 1:35-45) y (Lc 4:42-44). El segundo solo está registrado en Lucas (Lc 8:1-3).  Y el tercero vuelve a aparecer en los tres evangelios (Mt 9:35-11:1) (Mr 6: 6b-13) (Lc 9:1-6).

2. Diccionario expositivo de Vine, Editorial Caribe, 1984; Diccionario Exegético del Nuevo Testamento, Editorial Sígueme, 1998. Salamanca.

3. Juan Mateos- Fernando Camacho, El Evangelio de Marcos, Tomo II, 1993. Ediciones El Almendro, Fundación Épsilon. Estos autores escriben: “El encargo de Jesús es contundente: para el camino no deben proveerse de nada. La subsistencia de los discípulos estará en función de la buena voluntad de la gente: han de tener, por tanto, un prejuicio favorable hacia la humanidad, darle un voto de confianza; es lo que puede llamarse fe en el ser humano.” 

4. Ernesto Trenchard, Una exposición del Evangelio según Marcos, 1981. Editorial Literatura bíblica.

5. Guillermo Hendriksen, El Evangelio según San Marcos. 1987. Subcomisión de literatura cristiana.