CONFIANZA EN MEDIO DE LA PRUEBA

Confianza en medio de la prueba.

(Juan 11:1-14)

En primer lugar, comentar que el enfoque de esta exposición no es de un estudio bíblico sino más bien de “una reflexión en voz alta”. Lo que llamó mi atención fue una mujer, Marta, su relación con el sufrimiento y con Jesús.

Lázaro, el amigo de Jesús (Jn 11:1-6)

(Jn 10:40) “Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan; y se quedó allí.”

Viendo que las autoridades judías querían detenerlo, Jesús se fue a Perea, al otro lado del Jordán. No es que tuviera miedo a que le mataran, Él sabía a lo que había venido al mundo. Se estaba “reservando” para la fiesta de la Pascua, el momento señalado por Dios y en el cual debía morir como el verdadero y último sacrificio por el pecado del mundo (Jn 1:29).

Un hogar para Jesús.

Una de las cosas que aprendemos al leer este relato es que, el círculo de amistad de Jesús era mucho más amplio que los Doce y los discípulos que le seguían incondicionalmente. He aquí, a las afueras de Jerusalén, una familia con la que Jesús tenía una estrecha relación, Lázaro y sus hermanas. Aquella casa era un lugar entrañable y de descanso para el Señor y los suyos.

(Jn 11:5) “Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.”

Una buena pregunta sería: ¿Qué hacer para que nuestro hogar también sea un lugar agradable para el Señor? ¿Qué cambios serían necesarios? 

Los amigos de Jesús también sufren.

Pero también nos damos cuenta de otro detalle: “los amigos de Jesús también enferman”. Y no solo enferman, sino que lo hacen de repente y se mueren.

(Jn 11:3) “Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo.”

Esto es algo que los hijos de Dios debemos tener presente. No somos una “súper raza” que no enferma o sufre desgracias. Estamos expuestos al dolor igual que los demás. ¿De qué sirve entonces ser cristiano? Reflexionando en esto, alguien preguntaba ¿Cómo serían los cristianos si la promesa fuera no más problemas ni sufrimientos? ¿Cuántos seguirán a Jesús verdaderamente por amor? En muchas ocasiones es el sufrimiento quien separa al grano de la paja (Mr 4:16-18)

Cuatro cosas a tener presente: 1. Somos hijos de Dios. Nada ocurre sin su permiso. 2. Nada ocurre sin un propósito. Es decir, Dios está al control, él está trabajando en mi. 3. Dios está con nosotros en medio del dolor. 4. Tenemos una esperanza que va más allá de la muerte.

¿A dónde acudieron cuando el dolor visitó el hogar? Con independencia de que llamaran al médico, hicieron lo mismo que nosotros, acudieron a Dios y buscaron al Señor Jesucristo.

Pero lo sorprendente viene ahora ¿Qué hizo Jesús? ¿Partió inmediatamente a Betania? ¿Lo sanó a distancia como hizo con el hijo del noble? (Jn 4:49-50) ¿Envió un mensaje de esperanza? Dice el verso seis:

(Jn 11:6) “Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.”

Esa respuesta inmediata que ellas deseaban nunca llegó. Finalmente el amigo de Jesús murió. ¿Cómo nos sentimos al ver que “Dios no responde” y que el mal que tememos nos alcanza? Veamos como vivió Marta esta experiencia.

La fe de Marta (Jn 11:17-27).

Son muchas las palabras que destacan en esta porción. Quizás la más conocida sean los versos veinticinco y veintiséis:

(Jn 11:25-26) “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”

La fe en la resurrección era una creencia arraigada en el judaísmo ortodoxo. Pero Jesús va un paso más allá de simplemente confirmar esta doctrina. Le pone cara a esta confesión. “Yo soy…” dice Jesús.

Para muchos, estas palabras no son más que parte de una fórmula para “hacer bien un entierro”. Por lo demás, su significado es completamente desconocido. No es así para aquellos que, como Marta, hemos tenido un encuentro personal con Aquel que dijo “YO SOY la resurrección y la vida”. Entre otras muchas cosas ¿Saben qué nos dice?

Que es imposible que aquellos que por la fe han sido unidos a Jesús, llegado el momento, experimenten una resurrección para condenación. Que es imposible que aquellos que han sido unidos a Jesús por medio de la fe experimenten una realidad diferente a la de Cristo mismo.

La decisión de Marta.

Ahora quisiera que nos fijáramos en Marta, una de las hermanas del difunto. Sin duda una fiel creyente que amaba al Señor. La misma a la que Jesús dijo en otra ocasión que reposara, y que tomase tiempo para escucharle con calma (Lc 10:38-42).

¿Cómo se sentiría al ver que el maestro no venía? Es posible que el único mensaje que recibieron de Jesús fue: “Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.” (11:4) Pero Lázaro murió. 

Sin duda que estaría muy triste y confusa. Pero los versos siguientes muestran algo muy importante, que me cautivó: Ella había decidido, y esto evidencia lo genuino de su fe a pesar de lo duro de la prueba, seguir confiando en Jesús como el Ungido de Dios y descansar en Él. Observa estas dos afirmaciones:

(Jn 11:22) “Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.”

¡Asombroso! No pudo evitar decir a Jesús: “Si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto” (11:21). Pero a su vez, se ratifica en su confianza en Él. “No sabía cómo, pero sabía que Jesús iba a obrar”. Tenía la confianza de que Dios le concedería lo que pidiese, y que Jesús sacaría bien de esa aparente tragedia.”

(Jn 11:27) “Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

Posiblemente Marta no conocía todas las implicaciones de estas palabras, no tenía nuestra luz. Pero mientras otros optan por volverse atrás cuando vienen los contratiempos, su respuesta a la pregunta de Jesús “¿Crees esto?” evidencia la realidad de su fe, su decisión de descansar totalmente en la persona de Jesús. El tiempo verbal empleado implica un “He creído y seguiré creyendo”.

La lección de Marta.

Descansar en Dios cuando todo es estupendo y maravilloso es una cosa, pero hacerlo durante Su silencio, cuando no entendemos lo que pasa, eso es otra cosa.

Por eso decimos que Marta, con todas las luchas, dudas, e imperfecciones que podamos ver en sus palabras, es un ejemplo de confianza y fortaleza espiritual que muchos, con todo nuestro conocimiento bíblico, ya quisiéramos tener. Y no es hablar contra el estudio bíblico sino a favor de la sencillez de corazón. Pero el relato no ha terminado:

Ver la gloria de Dios (Jn 11:38-44).

En este contexto, “ver la gloria de Dios” (11:40) tiene que ver con la resurrección de Lázaro. Un hecho excepcional con al menos un doble propósito:

Por un lado dar a aquellos judíos incrédulos un último testimonio de la plena unión entre el Padre y el Hijo. Jesús no era “el apoderado de Satanás” sino  el Ungido de Dios (10:37-39; 11:42).

Y también preparar a los discípulos ante el suceso de la cruz. Fortalecer la fe de ellos. Pronto sería Él y no Lázaro quien estaría en una tumba.

Pero aunque no esperemos un suceso sobrenatural como este (aunque un día, eso es cierto, todos resucitaremos a la voz del Hijo de Dios), eso no significa que no podamos ver “la gloria de Dios” en nuestras circunstancias.

En este sentido pensaba en Job. Él no vivió ningún suceso extraordinario de este tipo, sin embargo podemos decir que también “vio la gloria de Dios” (Job 42:1-6). “De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).

Recordemos, el propósito de la prueba no es hundir al creyente sino purificarlo de sus impurezas, fortalecerlo en su fe y esperanza, llevarle un paso más adelante en la comunión con el Señor, capacitarlo para un mejor servicio y adoración. ¿La condición? “Creer en Jesús”, en el sentido de descansar en Él y dejarle obrar.

Jesús lloró.

Para terminar, unas palabras pensando en los amigos. En aquellos que no pueden responder a la pregunta de Jesús “¿Crees esto?” con las palabras de Marta: “Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”

En los versículos anteriores encontramos unas palabras conmovedoras. Dice el verso 35: “Jesús lloró.”

“¿Dónde está Dios cuando el hombre sufre?” nos preguntamos muchas veces. Y alguien acertadamente respondió: “¡Está fuera! Fuera de nuestras vidas, fuera de nuestras sociedades, fuera de nuestro mundo. Está fuera porque es allí donde le hemos colocado.” Pero por otro lado, esta breve frase habla de la grandeza del corazón de Dios a pesar de nuestro rechazo. Proveen una pequeña luz a esta difícil pregunta: También podemos decir que Él está “llorando con los que lloran”. Dios no está impasivo ante el dolor de la humanidad.

“¿Y qué hace Dios por nosotros?” Quizás la respuesta no sea lo que esperamos, pero sí lo que necesitamos.

Esta escena “el sepulcro” “la cueva fría” “el dolor”, “la piedra” son una tremenda ilustración de la condición de muerte espiritual del hombre a causa de la rebeldía de su corazón, “sin Dios y sin esperanza”. Pero también la piedra removida y Lázaro saliendo de aquella tumba fría es una ilustración del poder de Dios para darnos Vida.

Amigo mío, Jesús es el único que puede perdonar nuestros pecados, porque ha muerto por nosotros en la cruz, es el único que puede reconciliarnos con Dios, y darnos Nueva Vida. Solo Él puede remover la pesada piedra que te impide salir a la Vida y darte esperanza (Jn 3:16) ¿Crees esto?