El gran amor de Dios – Oseas 14:1-5


EL GRAN AMOR DE DIOS:

“Amor a pesar de…” (Oseas 14:1-5)

¿Cuánto ama Dios? ¿Se duele de nuestros males? ¿Es Dios un abuelito bonachón que todo lo soporta? ¿Y qué de su santidad y justicia? ¿Qué significa la conversión?

Introducción.

¿Conoces el libro del profeta Oseas? Fue escrito casi 800 años antes del nacimiento de Jesús. Y es sin duda una de las grandes obras literarias de la antigüedad. Todo el libro es hermoso y conmovedor, una historia de amor y desamor con final feliz.

Teniendo presente el título que hemos dado a esta exposición, los capítulos que destacan más son los cuatro últimos. ¿Por qué? Pues porque a pesar de que Dios no renuncia a denunciar la maldad, la rebeldía del corazón de los hombres, y advierte de sus terribles consecuencias, el tema que sobresale es “El Gran Amor de Dios”. “Un Amor que ama a pesar de… “ Dos ejemplos a modo de ilustración:

 

“Mi corazón se conmueve.”

1. (Oseas 11:8-9) “¿Cómo podré abandonarte,…? ¿Te entregaré yo,…? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión”.

Imagina por un momento como sería tu relación con alguien que a pesar de haberle tratado bien, haberte volcado a su favor, ahora se vuelve contra ti, busca tu mal e incluso para aquellos a quien amas. ¡Que se regocija en verte sufrir! Si el día de mañana lo viéramos en una situación apurada ¿Cómo reaccionarias?

Teniendo en cuenta el daño que nos ha hecho, probablemente lo menos que pensaríamos sería: “qué lastima me da”, “¡como me duele verlo así”, “¿Qué podría hacer para ayudarlo?”. Lo que en realidad pensaríamos o haríamos, mejor ni decirlo.

Pero ¿Qué dicen estos versos? ¡Algo extraordinario y fuera de toda lógica! Está hablando de una gente que habiendo recibido el cariño y todo lo mejor que Dios podía dar, en pago a su amor se envanecieron, le dieron la espalda y lo despreciaron. Y a pesar de ello, Dios se duele de su condición miserable y está dispuesto a extender su mano:  

“Mi corazón se conmueve dentro de mí,” es decir da vuelcos dentro de sí, está desgarrado. Son expresiones que no son difíciles de entender. En alguna ocasión las hemos experimentado. Pero con una diferencia, a favor de personas que queríamos, o que al menos pensamos no merecen lo que les está pasando.

“Se inflama toda mi compasión”. En contra de toda lógica, Dios dice que su compasión se enciende a favor de aquellos que actúan como sus enemigos. Es decir, desea que puedan ser librados del justo castigo.

Ezequiel 33:11. “Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel?”

Me encantan estas palabras tanto del profeta Oseas como de Ezequiel. Hablan de un Dios que ama profundamente a sus criaturas, y al que le duele nuestra condición (nuestra miseria física, moral y espiritual). Que aunque lo merezcamos, no se goza en ver al ser humano sufrir las consecuencias de su desobediencia y rebeldía. La siguiente frase es un buen resumen de lo que venimos diciendo: No hay lugar donde el dolor humano se sienta más que en el propio cielo.

 

“Los amaré de pura gracia.”

2. (Oseas 14:4) “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.” Y llamo la atención a esta frase tan preciosa: “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia;…”.

Después volveremos a meditar en este verso. Ahora solo un apunte. Unas palabras que hablan tanto de disposición para perdonar como de amor sin medida, y lo que es más asombroso: a favor de aquellos que viven como enemigos de Dios. Por eso se habla de gracia, entendido como algo que no se merece.

 

Un error a evitar.

Pero esta disposición para perdonar y este amor sin límite no debiera llamarnos a engaño. Dios no es lo más parecido a un “abuelito bonachón” que todo lo soporta, aún las perrerías más desagradables; o alguien que siempre está dispuesto a pasar la mano hagas lo que hagas, que pasa por alto lo malo como si no importara. Eso es ignorar el carácter de Dios (Salmo 5:4) “Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad; El malo no habitará junto a ti.”

Precisamente si en algo hacen énfasis los versos que leímos al comienzo, es en la necesidad de volvernos a Dios de corazón, la conversión, para ser perdonados y tener comunión con Él.

 

“Vuélvete a tu Dios.”

(Oseas 14:1) “Vuelve, oh Israel, a Jehová tu Dios; porque por tu pecado has caído.”

El capítulo empieza con un llamamiento para que se conviertan a Dios: Vuelve oh Israel… a tu Dios. Este es amigos el requisito imprescindible para experimentar Su perdón y amor. Donde dice “Israel” bien podríamos poner nuestro nombre. ¿Te atreverías a leerlo así? Dios quiere tu conversión. Esto significa: DAR MEDIA VUELTA.

Hasta este momento has estado viviendo de espaldas a Dios y de cara al pecado. Es decir, bien por ignorancia o de forma voluntaria vives menospreciando Su Palabra, actuando conforme a tu sabiduría y dando prioridad a tus deseos. Dios te invita a reflexionar sobre las consecuencias presentes y eternas de este comportamiento y a dar la vuelta, es decir: Dar la espalda al pecado y vivir de cara a Dios.

“porque por tu pecado has caído”. Una frase tremenda que pone el dedo en la llaga. Los seres humanos siempre tendemos en buscar culpables fuera de nosotros mismos. Siempre son otros los que tienen la culpa de nuestras desgracias, o ciertas circunstancias que nos ocurrieron, incluso hablamos de la “alineación de los planetas y su energía”. También solemos culpar a Dios de todos nuestros males, incluso del desosiego, la amargura y del caos en nuestra vida.

Pero la Palabra de Dios nos llama a un ejercicio de responsabilidad y reconocer nuestra condición. Nos dice que la causa de estos males está en la separación que el hombre ha experimentado de Dios por causa de la maldad de su corazón y la rebeldía en la que vivimos.  Este es el asunto que se debe resolver.

Ahora bien, ¿Qué implica “convertirse” (este darse la vuelta) que Dios ha puesto como requisito? La conversión bíblica tiene al menos dos caras que no podemos ignorar: Por un lado implica arrepentimiento y por otro depositar nuestra confianza en Dios para Salvación (el NT. dirá Arrepentimiento y Fe en nuestro Señor Jesucristo). De esto nos hablan los siguientes versos:

 

Arrepentimiento.

(Oseas 14:2)“Llevad con vosotros palabras de súplica, y volved a Jehová, y decidle: Quita toda iniquidad, y acepta el bien, y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios.”

“llevad palabras de súplica,… decidle: Quita toda iniquidad”.  Arrepentimiento no es solo decir “lo siento”. O mejor dicho es más que un “lo siento” pues implica reconocimiento de mis culpas, un aborrecimiento del pecado y el deseo de ser perdonado y cambiado por Dios. En otras palabras, el profeta está hablando de la necesidad de presentarse delante de Dios con un corazón contrito y humillado.

“…y te ofreceremos la ofrenda de nuestros labios”  Hay muchas personas con “sentimientos religiosos” en nuestros días. Incluso que sienten un cierto deleite en cantar canciones cristianas y estas cosas. ¿Eres uno de ellos? Pero este verso nos enseña algo muy importante: Nada de esto es aceptable delante de Dios mientras no hayas convertido al Señor. Solo un corazón arrepentido y que ha experimentado el perdón de Dios puede ofrecer verdadera adoración a Dios.

 

Confianza en el Señor.

(Oseas 14:3) “No nos librará el asirio; no montaremos en caballos, ni nunca más diremos a la obra de nuestras manos: Dioses nuestros; porque en ti el huérfano alcanzará misericordia.”

He aquí la otra cara de la conversión: Confiar en el Señor. En vez de poner la confianza en la fuerza o la inteligencia de los hombres, en religiones, filosofías u otra creación humana, el profeta exhorta a confiar solamente en Dios.

Y hay una buena razón para ello:  “porque en ti el huérfano alcanza compasión”. Ninguno de los que reconociendo su condición se abandona a Dios (confía plenamente en Él) se verá defraudado: (Salmo 51:17) “Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. ¿Y cuál será la respuesta de Dios a tal persona?

 

La respuesta divina.

(Oseas 14:4) “Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.”

“Yo sanaré su rebelión, los amaré de pura gracia;…” ¿Puede haber palabras más hermosas para un corazón roto? Dios “sanando”, es decir no solo perdonando sino además vendando las heridas del pecado, transformando el corazón y derramando su bendición.

 

La Obra de la Cruz.

“…porque mi ira se apartó de ellos”. Nosotros tenemos una gran ventaja sobre “los antiguos”, en este caso los que oyeron al profeta Oseas (unos 800 años antes del nacimiento de Jesús), y es que nosotros podemos ver el “cuadro completo” del Amor de Dios.

(Juan 3:16) «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.»

Entre nuestra maldad y el Dios de amor, que también es Dios Santo y Justo, está La Cruz de Cristo. La muerte o sacrifico voluntario del Hijo de Dios, a fin de quitar los pecados del mundo y abrir el camino al Padre. Es la Obra de la Cruz la que hace posible que la justa ira de Dios por nuestra maldad se aparte definitivamente de aquellas personas que descansan en Jesús.

 

Escucha la voz de Dios

(Oseas 14:5) “Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano.”

Amigo, ¿Cuál es tu condición? ¿Vives todavía lejos del Señor? ¿De espaldas a Dios andando en tu camino? La promesa del Señor para aquellos que se arrepienten y ponen su confianza en Jesús y la Obra de la Cruz es hermosa: “yo sanaré, los amaré …seré como rocío (refrescando y trayendo vida en medio del sequedal)”.

La pregunta es ¿Estás dispuesto a volverte a Dios? ¿Confesar tus pecados y descansar únicamente en su gracia?