Entre Querubines

Entre Querubines

Entre Querubines

Hb.4:14-16; 10:19-25

Entre Querubines

 

“¿Cómo? ¿Nosotros adorando entre querubines?” Sí, hermanos, pero que no cunda el pánico…  La cuestión de los querubines ayudará a comprender la sacralidad del lugar donde Dios habita, su Santidad, su Pureza, pero sobre todo, nos va a mostrar la eficacia de la Gran Redención.

Introducción: 

El pasado domingo me dirigí a la asamblea de los santos congregados al Nombre del Señor, con la firme convicción de que el hecho de poder estar físicamente reunidos en Iglesia era una Gracia que el Cielo nos había concedido1. ¡Cuántos hay que deseándolo fervientemente no pueden hacerlo!

Hasta hace poco, nosotros, en Las Islas Canarias, estábamos confinados y no podíamos, pero hoy, por Su Gracia Divina, al estar congregados, podremos poner en valor ante los ángeles y el universo entero las Glorias de nuestro Redentor y los Triunfos de su Cruz.

¿Cómo lo haremos? Sencillo, entrando al Salón del Trono, y postrados le adoremos rendidos en su augusta presencia.

Los primeros versos del Sal. 29, siempre me fascinaron. Creo que poseen tal carga persuasiva, que impresionan con tal fuerza a los lectores, que les induce a la adoración.

Sal.29:1-2 «Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, Dad a Jehová la gloria y el poder. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad».

Teniendo como trasfondo a los querubines, la idea dominante que quiero comunicar es que: seamos conscientes de la Gloria Divina que custodian y adoremos a las plantas del Dios Soberano que ocupa el Trono, cuyo soporte es el propiciatorio.

Comprender el papel que estos desempeñan en torno al lugar de la Habitación de Dios, nos ayudará a entender la sacralidad del Solio o Sitial desde el que Dios rige la Historia y todo el Universo.

La Naturaleza Gime

Nos duele en el corazón ver cómo a pesar de su inmensidad, todos los Océanos han sido contaminados y toda su fauna esta lastimada. De igual modo, nosotros mismos nos dolemos, somos víctimas de un medio ambiente emponzoñado que nos toca respirar. 

Aún la estratosfera y la misma Luna se han convertido en cementerios de la chatarra que generan los satélites artificiales obsoletos. (De ahí el alcance cosmológico de la Redención, Col.1:20)

Claro que, al parecer, la mano del hombre todavía no ha alcanzado la infinitud del Universo ¡Permanece virgen! ¡“Incontaminado”! Por lo menos así era en tiempo de Job. Sin embargo, observemos en los textos que siguen qué se dice de los ángeles, los astros y las estrellas que conforman el universo cuando estos se contrastan con el mismo Dios:

Job15:14-16 «¿Qué cosa es el hombre para que sea limpio, Y para que se justifique el nacido de mujer? He aquí, en sus santos no confía, Y ni aun los cielos son limpios delante de sus ojos ¿Cuánto menos el hombre abominable y vil, Que bebe la iniquidad como agua?».

Job 25:4-6 «¿Cómo, pues, se justificará el hombre para con Dios? ¿Y cómo será limpio el que nace de mujer? He aquí que ni aun la misma luna será resplandeciente, Ni las estrellas son limpias delante de sus ojos; ¿Cuánto menos el hombre, que es un gusano, Y el hijo de hombre, también gusano?»

Job 4:17-19 «¿Será el hombre más justo que Dios? ¿Será el varón más limpio que el que lo hizo? He aquí, en sus siervos no confía, Y notó necedad en sus ángeles; ¡Cuánto más en los que habitan en casas de barro Cuyos cimientos están en el polvo, Y que serán quebrantados por la polilla!»

Y si esto es así con respecto a seres purísimos como los ángeles, o como la Luna y las Estrellas más lejanas y brillantes que pueblan el cosmos ¿Qué decir del ser humano, pecador y de condición perversa, «que bebe la iniquidad como agua»?

Razón de ser de los Querubines

Visto lo visto, y según Pablo, el Cielo de Dios irradia tanta luz, que le hace impenetrable, (1Tm.6:16). El lugar, (si es que se le puede llamar lugar), es algo total y absolutamente aparte de esta Creación.

He aquí la razón por la que el lenguaje del Tabernáculo y sus demás componentes, junto todo el ritual Levítico, hace tanto énfasis en la idea de pureza y purificación.

Digamos que esta es también la razón de ser de los querubines. La frase, “entre querubines”, señala a una clase de seres angelicales caracterizados por ser los más eficientes guardianes del Trono Divino, cuya misión, consistía en detener todo intruso o elemento contaminante que intentara acceder al Trono de Dios.

Recordemos como la temeridad de Nadab, Abiú, (hijos de Aarón), y más tarde la de Uza, y la soberbia de Herodes, hizo que todos ellos fueran fulminados. (Cf. Lv.10:1-2; 2Sm.6:7; Hch.12:23). 

Pues con todo y a pesar de… la propuesta es, que entremos hasta el lugar Santísimo, donde los querubines de Gloria custodian el Trono de Dios, e impactados por la belleza que despliega el brillo de la Gloria Divina, nos rindamos a sus plantas.

Ya ven, hermanos, la idea de querer penetrar en el Lugar Santísimo para adorar en la misma presencia de Dios, sin olvidar que de frente y al fondo está la barrera de sus celosos y eficientes guardianes, los querubines, parece una temeridad. 

Adorando entre querubines

“¡¿Cómo? ¿Nosotros entre querubines?!” SÍ, hermanos, pero que no cunda el pánico… Precisamente la cuestión de los querubines ayudará a comprender la sacralidad del lugar en el que Dios habita, su Santidad y Pureza, pero, sobre todo, nos va a mostrar la eficacia de la Gran Redención.

“Entre Querubines”: Una frase acuñada

Lo primero será ver que la frase, “entre querubines”, es una expresión acuñada, y que se da con frecuencia en la Escritura, y que subraya la importancia del oficio que desempeñan estos seres angelicales, que como ya se ha dicho, están íntimamente ligados al Trono de Dios.

1. Así pues, la frase, “entre querubines”, significa que Dios mora entre querubines,

1Sm.4:4 «. Y envió el pueblo a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto de Jehová de los ejércitos, que moraba entre los querubines…» 

2. O significa que el mismo Dios está sentado entre los querubines,

Sal.99:1 «Jehová reina; temblarán los pueblos. Él está sentado sobre los querubines, se conmoverá la tierra»

3. Que hablaba y se comunicaba con Moisés, de entre los querubines,

Éx.25:22 «Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel.» (Nm.7:89)

La epístola a los Hebreos dice del Arca situada en el Lugar Santísimo:Entre Querubines2

Hb.9:5, «…y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio…»

Hay más referencias a los querubines en los detalles de los tapices que a modo de velos y cortinas cubrirían el Tabernáculo, y definirían el espacio del lugar Santo y el del lugar Santísimo. Por ejemplo:

Éx.36:8 «Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa.»

Éx.26:31 «También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines…»

Guardianes de la santidad de Dios.

Precisamente la primera mención, bien temprana, que se hace de los querubines, ratifica el oficio que Dios les encomendó:

Gé.3:24 «Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida.»

Verán, hnos., cuando los sacerdotes cruzaban el primer velo y accedían al lugar Santo, quedaba tras ellos el duro desierto. De pronto se hallaba entre paredes de oro, de unos cinco metros y medio de alto, y sobre sus cabezas, un ejército de querubines bordados sobre un fondo azul cielo, tonos purpúreos, y salpicado de toques blancos y rojos carmesí.

Al cruzar aquel primer velo, la sensación del ministro del santuario debió ser como la de haber pasado de la tierra al cielo.

¡Ah! Pero frente a sí, y cual severa advertencia, tenía otro tupido velo con querubines bordados que guardaban el acceso al Lugar Santísimo.

Aquellos querubines indicaban al sacerdote que estaba en la antesala del Trono, por lo que debía guardarse muy mucho de traspasar aquella linde. Esto, sin nombrar los querubines de oro que al otro lado del velo, y de sobre el propiciatorio, custodiaban el Arca.

Amados, si es que hemos vislumbrado la majestuosidad divina reflejada en la belleza de los tapices, las paredes de oro, y visto la Gloria y pureza inmaculada de la santidad de Dios esbozadas en las figuras de los querubines del Santuario, hemos de entender…

…que ninguna cortina, muro, velo o querubín, por imponente que pueda ser, o por estricta que pueda ser la imposición gubernativa de un confinamiento, nada de nada podrían obstaculizar a sus santos redimidos el acceso a la presencia de Dios. Hoy por hoy, a todos nos asiste la libertad de pasar velo adentro y adorar en Su Santa Presencia.

La disposición del Santuario

Tres puertas regulaban la entrada a los varios espacios del Recinto Sagrado.

1. La puerta del Atrio era un muro impenetrable para todos los israelitas ajenos a la Tribu de Leví. A estos (los israelitas de “a pie”), les tocaba aguardar en la puerta del atrio hasta que le atendiera algún ministro descendiente de Leví.

2. La puerta del Lugar Santo era un muro impenetrable para cualquier levita ajeno a los descendientes de Aarón, cuyo espacio de servicio quedaba restringido al atrio. Solo los sacerdotes, los hijos de Aarón, tenían derecho a ministrar en el lugar Santo.

3. La puerta del Lugar Santísimo era un muro impenetrable para los sacerdotes hijos de Aarón. Solo el Sumo Sacerdote, Aarón o su sucesor, tenía derecho a ministrar en el Lugar Santísimo.

Derecho y Privilegio que nos asiste.

Recojamos el eco de la exhortación del Sal.29:1-2, y refresquemos el cometido que nos toca como verdaderos hijos de Dios.

«Tributad a Jehová, oh hijos de los poderosos, Dad a Jehová la gloria y el poder. Dad a Jehová la gloria debida a su nombre; Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad.»

Bueno es que estemos maravillados, sobrecogidos, incluso estupefactos por el fulgor de tanta Gloria y virtud, pero no para dar marcha atrás sino para ir hacia adelante.

Así que, con respeto reverencial y plena consciencia, hagamos uso del derecho y privilegio que nos asiste.

Notemos que, desde la base de la Obra del Calvario, consumada por Cristo, y por la virtud y eficacia de su Sangre, el autor de Hebreos nos pide que nos unamos a él. Dice: «acerquémonos». Notemos las palabras que emplea:

Hb.4:16a «Acerquémonos, pues, confiadamente al Trono de la gracia…» 

Hb.10: 19a, 22a «Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carneacerquémonos». Las puertas han desaparecido. Ahora hay un solo camino y una sola Puerta, Cristo… Jn.10:7; 14:6.

En el Calvario, y de forma simultánea, dos Velos fueron rasgados, el que protegía la inviolabilidad del recinto sagrado y ocultaba la gloria que se manifestaba de entre los querubines de Gloria, y el velo de carne que Jesús vistió durante su estadía en este mundo, con el que velaba el brillo esplendente, glorioso e inigualable de su Deidad. Cf. Jn.10:7; 1:14; Mt.27:51; Jn.19:34; Hb.10:19

No se trata de rivalizar con los Ángeles, ya que, de alguna manera, los ángeles se hacen presentes cuando los hermanos se reúnen en Iglesia.

Los ángeles, cual una nube de espectadores, ordenadamente y en silencio, se van acomodando en torno a los santos, con miras a lograr una mayor comprensión del corazón de Dios. Tratan de encontrar aún mayores, más abundantes y poderosos motivos para adorar a Dios.

Ef.3:10 «para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales»

Recuerdo un cántico muy antiguo que dice: 

“Hay un cántico en el cielo de alabanza al Señor

Dónde ángeles alaban del gran Trono en derredor

Con sus arpas melodiosas tocan Himnos de loor

¡Oh! Qué pudiera yo cantar allí más bello al Salvador”.

Coro: “Santo, Santo, Santo se canta más allá

es himno que los ángeles por siglos cantarán

Más, cuando entone yo de Cristo y la Redención

Los ángeles se callarán

No saben tal canción.”

Precisamente una de las razones por la que Pablo manda a las hermanas que se cubran en el culto, son los ángeles.

1Co.11:10 «Por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza, por causa de los ángeles.»

Los ángeles saben que en la Iglesia tienen un filón, una veta riquísima de la que extraer insondables conocimientos del corazón de Dios. Un ejemplo de esta verdad lo tenemos en…

1Pd.1:12 «A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.»

La figura está tomada del Propiciatorio donde los querubines miran fijamente, sin pestañear, como queriendo descubrir la maravilla de la Encarnación, muerte y resurrección del Hijo de Dios.

A este respecto, el Himno 254 bis, 2ª estrofa, dice muy acertadamente:

“Hondo misterio: ¡El Inmortal

Hacerse hombre y sucumbir!

En vano intenta sondear

Tanto misterio el querubín.

Mentes excelsas ¡no inquirir!

Y al Dios y Hombre bendecid.”

Tan grandiosas son estas cosas, que la capacidad de los ángeles no les alcanza para explorar todas las riquezas que se derivan del Calvario, y allí, sobre el propiciatorio, están, sin pestañear, tratando de penetrar y aquilatar la virtud de la sangre Jesús, por la que Dios puede perdonar a viles pecadores arrepentidos.     

Ef.1:6 «para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado» 

Ef.1:14 «que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria.» 

Ef.2:6-7 «y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.» 

 

1. El mensaje lleva fecha del domingo 16 de agosto del 2020. 

Video:  https://www.youtube.com/watch?v=_udZ1EshuSU

 

Manuel Leon