¿Por qué no andan conforme a la tradición?

Por que no andan

 

 

¿Por qué no andan conforme a la tradición?

Por que no andan

Las Escrituras y la Tradición

(Mr 7:5) “Le preguntaron, pues, los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?”

Esta fue la pregunta con la cual los fariseos y escribas esperaban poner en apuros a Jesús y demostrar que era un falso maestro: “¡No enseña respeto a las nuestras tradiciones, y sus discípulos ofenden a Dios y al resto de creyentes!”

¿Por qué no andas conforme a la tradición?

Y a ti ¿Te han preguntado alguna vez por qué siendo cristiano no guardas ciertas costumbres, o no crees o practicas determinadas cosas, igual que los demás? ¿Qué responderías?

Hoy en día, con el desapego general respecto a la religión esta pregunta no parece relevante. Sin embargo tiene su importancia:

Por un lado, sigue habiendo un numero importante de personas, apegadas al catolicismo romano y sus tradiciones, que sí lo preguntan y no entienden.

Por otro lado, aunque seamos un país cada vez menos religioso seguimos siendo un país de costumbres y tradiciones. Y la gente sigue preguntando por qué no participamos de esas cosas que “todos” hacen. 

Realmente el tema es amplio, tiene diferentes derivadas y hay muchas sutilezas de palabras. Por ejemplo, para el catolicismo romano si hablamos de “tradición” con minúscula, te dirían que esta puede cambiarse e incluso abandonarse. Pero si hablamos de “Tradición” con mayúsculas, entonces las cosas cambian, pues se trataría de “la misma palabra de Dios”. Pero lo cierto es que la Escritura y la enseñanza de Jesús desconocen ese tipo de matices. Son inventos humanos para justificar doctrinas o prácticas ajenas a la Biblia. 

¿Cuál sería nuestra respuesta a esta pregunta? 

“¿Y por qué ustedes no…?” ¿Cuál es nuestra respuesta? Resumiendo mucho, vamos a concretarla básicamente en tres puntos: 1. Imitar el comportamiento de Jesús, 2. La Escritura como única norma de fe y conducta, y la 3. la necesidad de perseverar en la doctrina Apostólica.

1. Imitar el comportamiento de Jesús.

¿Cómo actuó Jesús frente a las costumbres y las tradiciones de su época? 

Lo primero decir que la palabra “tradición” (paradosis), de un verbo que significa transmitir, entregar, ni es buena ni es mala en si misma. Sencillamente es una referencia a lo que se trasmite de una generación a otra1. El problema surge cuando lo que se trasmite no es la Biblia ni el apego a ella, sino interpretaciones y adaptaciones humanas y cuando, pasando el tiempo, estas se convierten en autoridad en competencia con la Biblia.

De hecho, Jesús no tenía por sistema ir contra las tradiciones o las costumbres de su pueblo. Pero ¿Cómo actuaba cuando estas se apartaban de la Palabra escrita, cuando oscurecían o sustituían la enseñanza bíblica? ¿Cuándo exigían obediencia?

1. Para nuestro Señor, toda costumbre o tradición que contradijera o se apartase de la Escritura, la oscureciera, o que quisiera ser obligación a los hombres, debía rechazarse.

2. Nuestro Señor reconoció como única fuente de Autoridad la Palabra revelada: la Torah, los Neviim, y los Ketuvim (La Ley, los profetas y los Escritos) (Lc 24:25-27; 44). Para justificar su ministerio, continuamente apeló a ella.  En este sentido llama la atención Jn 5:39. El Señor dijo: “Escudriñad las Escrituras”, no dijo “las tradiciones”, y luego añadió: «y ellas son las que dan testimonio de mí;”.

3. Esta defensa de las Escrituras le llevó a enfrentarse tanto a los fariseos, que añadían a la Palabra de Dios (Mt 15:7-9), como a los saduceos que le quitaban (Mt 22:29)2.

2. La Escritura como norma de fe y conducta.

Todo lo que el cristiano necesita para la fe y la piedad, es decir la doctrina y la conducta, está contenido en la Palabra Revelada de Dios. Ella sola es suficiente, no es necesario completarla con ninguna “tradición”.

(Judas 3) «Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos.«

En este caso, la expresión “fe” no se refiere a la confianza o descanso que debemos tener en Dios y su Palabra, sino al conjunto de la doctrina. Esta es presentada como un depósito completo, no hay algo así como un fluir constante, como el de un río, donde la doctrina y práctica cristiana se van completando con el paso del tiempo. Por tanto, no se le puede añadir, alterar, o quitar.

(2ª Tim 3:16-17) “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.”

Solo observar, que es la Escritura, y no la tradición, la que es inspirada por Dios, y la que es suficiente para instruir y guiar al creyente.

3. Perseverar en la doctrina de los Apóstoles3.

(Hechos 2:42) «Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.»

¡Que no nos confundan! Es verdad que la palabra “tradición” y su verbo correspondiente se usan en el  Nuevo Testamento para referirse a la enseñanza de los Apóstoles4 (1ª Co 11:2,23; 15:3). Normal. Durante un tiempo la enseñanza apostólica, lo que ellos trasmitían, se hizo de estas dos formas: por palabra, es decir, de forma oral, y a través de cartas que a su vez eran leídas en las iglesias.

(2ª Tes. 2:15) “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra.”

Pero desde el principio hubo un interés muy especial por parte de los Apóstoles para que la doctrina enseñada de palabra, trasmitida oralmente, quedara reflejada de forma escrita5: (1ª Co. 15:1-3) (2ª Pd 1:12-15; 3:1-2,15). Y muy importante, que no hubiese diferencia entre lo que hablaban y lo que escribieron.

Hermanos, amigos, todo lo que Dios quiso preservar respecto a la enseñanza apostólica está recogido en los escritos que hoy forman el Nuevo Testamento. De hecho, todos los libros que forman el Nuevo Testamento fueron escritos por un Apóstol, o por alguno de sus colaboradores. Por tanto, no hay ninguna tradición apostólica “paralela” a sus escritos. Eso es invención humana con la cual justificar doctrinas y prácticas fuera de la Escritura. 

Conclusiones prácticas.

Al margen de que este estudio o mensaje pueda ser más o menos oportuno, que sirva para aclarar dudas, lo cual es importante ¿Qué consecuencias prácticas debería tener? 

1º. Evitar caer en el “tradicionalismo”. Este peligro no pertenece solo a las “iglesias históricas”, a las que surgieron de la reforma, o las grandes denominaciones evangélicas. También nosotros podemos caer en ello. ¿Cómo evitarlo?

Creo que la manera de evitarlo es practicar “una constante vuelta a la Escritura”. No se trata entonces de ver como adaptamos costumbres eclesiásticas a los nuevos tiempos, sino de remitirnos siempre al origen, a la Palabra, y de cómo obedecer las enseñanzas bíblicas en cada tiempo. 

2º. La necesidad de valorar aún más la Biblia como lo que es La Palabra de Dios dada a conocer al hombre. Hay buena literatura, hay buena literatura cristiana, incluso documentales, películas o música con mensaje cristiano. Pero nada debiera ocupar el lugar de la Palabra. 

3º. Si ella nos puede conducir a Jesús el Salvador, si ella es la norma para nuestra fe y conducta, si nos hace ver la voluntad de Dios para nuestras vidas, entonces deberíamos pasar más tiempo leyéndola de manera devocional, estudiándola, y poniendo en práctica sus enseñanzas. ¡Esa sí es la forma de valorar la Biblia! 

 

1. Diccionario Exegético del Nuevo Testamento, Horst Balz y Gerhard Schneider. Editorial Sígueme. 

2. “Jesús y la tradición” (https://www.escuelabiblica.com/estudios-biblicos-1.php?id=42 ). 

3. El fundamento Apostólico, por José Grau, Editorial Peregrino.

 

4. “Tradición”, como la enseñanza apostólica recibida de Jesús y revelada por el Espíritu Santo, aparece en (1ª Co 11:2,23; 15:3) (2ª Ts 2:15; 3:6) (2ª Pd 2:21) (Jd 3).

5. El interés apostólico y divino por dejar escrita la tradición oral se ve reflejado en textos como estos: (1ª Co. 15:1-3) (Lc 1:1-4) (2ª Pd 1:12-15; 3:1-2,15) (Jn 21:24) (Ap 1:11,19; 19:9).

 

Natanael Leon