03 El Dios Sanguinario del A.T. (III)


EL DIOS “SANGUINARIO” DEL A. T. 

UNA CARICATURA OFENSIVA DEL DIOS VERDADERO (III)

 

Función de las Escrituras para la fe:

Confieso, creo y proclamo que Dios es Bueno. ¿Cuál? El Dios único, vivo y verdadero, y no hay más. Pese a quien pese, creo que Dios es maravillosa e infinitamente Bueno, y que lo es, no en base a razonamientos aprobatorios surgidos de la humana y supuestamente razonable sabiduría de los hombres, sabiduría que, en definitiva ha sido entontecida por Dios.

1Co 1:19  “Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo?”

1Co 2:4-5 «y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que VUESTRA FE NO ESTÉ FUNDADA EN LA SABIDURÍA DE LOS HOMBRES, sino en el poder de Dios.

Es por eso que me da igual las conclusiones, (malas o buenas), a la que el raciocinio filosófico de los hombres, o la más depurada Teología de los más prestigiosos teólogos, en sus devaneos hayan podido alcanzar. CREER CREO QUE DIOS ES BUENO, solo en base a la Palabra de Dios. Porque así, clara y llanamente lo dice las Sagradas Escrituras en ambos Testamentos.

Sal 86:5 «Porque tú Señor eres bueno, y perdonador: y grande en misericordia a todos los que te invocan.» Sal11:68 «Bueno eres tú, y bienhechor…» 

Que Dios es Bueno, es el autoritativo, constante y continuo testimonio de las Escrituras, concepto que no puede cambiar ninguna razón humana por más preclara que pueda parecer la mente del más prolífico de los escritores. Los creyentes sabemos y creemos que DIOS ES BUENO por el testimonio de las Escrituras, y esto, con independencia de lo que piense Marción y sus discípulos del S. XXI. Dios es Bueno en su esencia y naturaleza.

La presentación que Dios hizo de sí mismo EN EL SINAÍ:

Ex.34:5-7 «Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, MISERICORDIOSO Y PIADOSO; TARDO PARA LA IRA, Y GRANDE EN MISERICORDIA Y VERDAD; que guarda misericordia a millares, QUE PERDONA LA INIQUIDAD, LA REBELIÓN Y EL PECADO, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado…»

¿Qué mejor seña de identidad que esta? Dios afirma su amor, misericordia, fidelidad y disposición perdonadora, con todo, (evidentemente), no deja de hacer una salvedad, y es que quienes traten de “tomarle por el pito el sereno” y no correspondan debidamente a su amor, que no crean que no va a recibir su merecido, pues que de ningún modo dejará sin culpa al recalcitrante pecador.

Esta actitud paciente, misericordiosa y perdonadora de Dio no queda como una exclusividad de su pueblo Israel. La benevolencia divina también abarca a las naciones paganas.

Jonás 4:1-2 «Pero Jonás se apesadumbró en extremo, y se enojó. Y oró a Jehová y dijo: Ahora, oh Jehová, ¿no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra? Por eso me apresuré a huir a Tarsis; porque sabía yo que tú eres Dios clemente y piadoso, tardo en enojarte, y de grande misericordia, y que te arrepientes del mal.»

Jonás estaba terriblemente contrariado por la muestra de misericordia que Dios tuvo para con los ninivitas quienes recibieron y creyeron con verdadero arrepentimiento su mensaje. La dificultad del profeta no estaba en tener que anunciar un mensaje de juicio y destrucción contra la perversa ciudad de Nínive, al contrario, aquella comisión le complacía…

Su problema estaba en el conocimiento él que tenía de Dios. Sabía que Dios era misericordioso y perdonador. Por eso se le atragantó aquella comisión como vocero de Dios, y de ahí su protesta: «¿…no es esto lo que yo decía estando aún en mi tierra?» Se habían cumplido sus cálculos

Pero lo que para el profeta fue una misión fracasada, para Dios fue un éxito rotundo. El profeta hubiera querido ver aquella gran ciudad de Nínive, destruida, arrasada al completo, pero el anhelo de Dios se cumplió al ver como aquel pueblo se arrepintió en masa y pudo perdonarle.

IGUAL HUBIERA SUCEDIDO CON SODOMA Y GOMORRA. Obsérvese, la destrucción mediante fuego de esas ciudades NO SE HUBIERA PRODUCIDO si al menos hubiera habido diez justos entre sus habitantes, como puede verse por la piadosa intercesión de Abraham ante Dios. De hecho solo se requerían seis justos para sumar a los cuatro que componían la familia de Lot.

Es realmente notable y aleccionadora la forma en que Dios tiene que razonar para justificarse frente al terrible espíritu “yihadista” de Jonás su siervo.

«Y dijo Jehová: Tuviste tú lástima de la calabacera, en la cual no trabajaste, ni tú la hiciste crecer; que en espacio de una noche nació, y en espacio de otra noche pereció. ¿Y no tendré yo piedad de Nínive, aquella gran ciudad donde hay más de ciento veinte mil personas que no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda, y muchos animales?» Jon 4:10-11

Evidentemente Dios no está en el negocio de los juicios sino en todo aquello que concierne al perdón. Son los hombres quienes se complacen en provocar a Dios; a quienes les gusta jugar con fuego, y con todo… «Bueno es Jehová para con todos, Y sus misericordias sobre todas sus obras.» Sal 145:9.