04 Doctrina acerca del Hombre – William Evans

doctrina hombre

DOCTRINA ACERCA DEL HOMBRE.

doctrina hombre

 

I. CREACION Y ESTADO ORIGINAL DEL HOMBRE.

1. EL HOMBRE FUE HECHO A LA IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS.

Gén. 1:26: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” 9:6: «Porque a imagen de Dios es hecho el hombre.” ¿Qué significan las palabras imagen y semejanza? Imagen significa la sombra o bosquejo de una figura, al paso que semejanza significa el parecido de la sombra con la figura. Prácticamente, sin embargo, las dos palabras son sinónimas. En todo el trato de Dios con el hombre es un hecho fundamental que éste fué hecho a imagen y semejanza de Dios (1 Cor. 11:7; Efes. 4:21-24; Col. 3:10; Sant. 3:9). Este modo de hablar lo podemos expresar de la siguiente manera: Hagamos al hombre a nuestra imagen para que tenga nuestra semejanza.

a) La Imagen de Dios no Significa Semejanza Física.

Dios es Espíritu; El no tiene partes ni pasiones como el hombre. (Véase Doctrina de Dios; Espiritualidad de Dios, páginas 17, 18.) (Doctrina de Dios Pág. 8-10) En consecuencia, los conceptos de Dios como un gran ser humano que tienen los Mormones y los seguidores de Swedenborg, son erróneos. Deut. 4:15 contradice tal concepto físico de Dios (véase Naturaleza de Dios pág. 17 b), c) (Pág 8-9)). Es justo que creamos, sin embargo, que el primer hombre estaba caracterizado por una postura erguida, un rostro inteligente y una mirada penetrante y rápida. Debemos recordar también que las manifestaciones del Antiguo Testamento y la encamación deben arrojar alguna luz sobre este mismo asunto (véase pág. 18) (Doctrina de Dios. Pág. 9).

b) Ni hemos de Creer que se Agota el Significado de las Expresiones “Imagen” y “Semejanza” cuando Decimos que éstas Consisten en el Dominio del Hombre sobre la Naturaleza y la Creación de Dios en General.

La verdad es que la supremacía que Dios confirió al hombre presupone estas dotes espirituales, y se halla justificado en la aptitud del hombre para ejercerla con esos mismos dones.

c) En Forma Positiva, Aprendemos de Ciertos Pasajes Bíblicos en Qué Consiste esta Imagen y Semejanza.

Efes. 4:23, 24: “Y a renovaros en el espíritu de vuestra mente, y vestir el nuevo hombre que es criado conforme a Dios en justicia y en santidad de verdad.” Col. 3:10: “Y revestídoos del nuevo (hombre), el cual por el conocimiento es renovado conforme a la imagen del que lo crió.” De estos pasajes se deduce claramente que la imagen de Dios consiste en el conocimiento, justicia y santidad; se entiende semejanza moral, no física.

d) El Hombre Original fué Dotado de Facultades Intelectuales.

El tuvo suficiente inteligencia para poner nombres a los animales, conforme iban desfilando delante de él (Gén. 2:19, 20). Adán no sólo tuvo la facultad de hablar, sino también la facultad de razonar y pensar en relación con lo que hablaba. El unía las palabras a las ideas. Este no es el cuadro de un salvaje infantil que va avanzando poco a poco hasta adquirir un lenguaje articulado por la imitación de los sonidos de los animales, como pretende hacemos creer la teoría de la evolución.

e) El Hombre Original Poseía Facultades Morales y Espirituales.

Considérese la prueba moral en Génesis 3. Adán tenía poder para resistir y para ceder al mal moral. El pecado era una cosa voluntaria. Cristo, el segundo Adán, resistió a una prueba semejante (Mateo 4).

De todo esto se deduce que el estado original del hombre no fué un estado de salvajismo. La realidad es que existen pruebas abundantes para demostrar que el hombre ha sido degradado de un estado muy superior. La Biblia y la ciencia convienen en hacer al hombre la obra cumbre de Dios, en que no habrá un orden de seres más alto en la tierra que el hombre. No debemos olvidar que al paso que el hombre, por una parte, está unido a la creación animal, sin embargo es un ser sobrenatural, un ser de un orden más noble y de una naturaleza mejor; es la imagen y semejanza de Dios. El hombre no se desarrolló del mono, sino que se desarrolló aparte de él. El hombre nunca ha sido otra cosa que un hombre en potencia. “No se ha podido aducir hasta ahora un solo caso de transformación de una especie animal a otra, ya por selección natural o artificial. Mucho menos se ha podido demostrar que el cuerpo de un bruto se ha desarrollado hasta llegar a ser el cuerpo de un hombre. Los eslabones que deberían unir al mono con el hombre no se han hallado. Ni siquiera se ha podido hallar uno. Ninguno se ha hallado más cerca del mono que el hombre de hoy día” (Agassiz).

II. LA CAIDA DEL HOMBRE.

La doctrina de la caída del hombre no es peculiar al cristianismo. Todas las religiones la contienen y reconocen el hecho grande y terrible. Aunque no hubiéramos tenido el relato que se encuentra en Génesis 3, hubiera quedado siempre el problema de la caída y el pecado.

Sin embargo, la doctrina de la caída está relacionada con el cristianismo en una forma en que no está relacionada con otras religiones o sistemas religiosos. El carácter moral de Dios, como se nos presenta en la religión cristiana, sobrepuja con mucho a la del Ser supremo que ofrecen otras religiones, y de esta manera realza e intensifica la idea del pecado. Cuando el hombre considera en noble carácter de Dios, como nos lo presenta el cristianismo, y mira después la doctrina del pecado, lo encuentra difícil reconciliar el hecho de que Dios, siendo el Ser moral que es, haya permitido que el pecado entrara en el mundo. Para algunos estas dos cosas son irreconciliables.

1. EL RELATO BIBLICO DE LA CAIDA DEL HOMBRE.

El capítulo tercero del Génesis relata ampliamente esta horrible tragedia en la experiencia de la humanidad. Otros pasajes bíblicos: Rom. 5:12-19; 1 Tim. 2:14; Gén. 6:5; 8:21; Salmo 14; Rom. 3:10-23.

El propósito de la narración del Génesis no es relatar la manera en que el pecado entró en el mundo, sino cómo entró en la raza humana. El pecado se encontraba ya en el mundo como lo prueban sorprendentemente la existencia de Satanás y el estado caótico de las cosas en el principio.

La racionabilidad del relato de la caída se echa de ver en la condición del hombre después que había pecado comparada con su condición cuando salió de las manos de su Creador. Compárese Gén. 1:26 con 6:5, y con Salmo 14. Si la caída del hombre no se encontrase narrada en el Génesis, tendríamos que postular tal acontecimiento para explicar la condición actual en que el hombre se encuentra. El hombre no aparece perfecto y recto en ningún lugar de la Escritura, sino en el relato de la creación según se encuentra en los primeros dos capítulos de Génesis. Su actitud es una actitud de rebelión contra Dios, y de corrupción profunda y terrible.

2. VARIAS INTERPRETACIONES DEL RELATO DE LA CAIDA DEL HOMBRE.

Algunos consideran todo este relato como una alegoría. Adán es la parte racional del hombre; Eva, la parte sensual; la serpiente, las incitaciones externas al mal. Pero la misma sencillez y falta de artificio del relato se opone a este punto de vista.

Otros sostienen que el relato es un mito. Se le considera como la verdad revestida de formas poéticas, algo que ha sido extraído de las tradiciones del pasado. Pero, ¿por qué se han de sacar estos pocos versículos del capítulo en que se encuentran y considerarlos como míticos, mientras que los demás versículos se toman sin disputa en su sentido literal?

El otro punto de vista es el de la interpretación literal, que toma el relato tal cual se lee, en su sentido perfectamente natural, lo mismo que se hace con las demás partes del mismo capítulo. En el relato mismo no hay ninguna indicación de que no se deba considerar como historia literal. Ciertamente es parte de un libro histórico. Los lugares geográficos relacionados con la historia son históricos. La maldición echada al hombre, a la mujer y a la tierra es ciertamente literal. Es un hecho que la muerte se encuentra en el mundo como la paga del pecado. Y sin lugar a duda Cristo y los otros escritores bíblicos consideran el hecho como literal e histórico: cf. Mat. 19:4; Mar. 10:6; 2 Cor. 11:3; 1 Tim. 2:13-15; 1 Cor. 15:56.

3. NATURALEZA DE LA CAIDA.

Se ha de tener presente que Adán y Eva eran agentes morales libres, y que aunque eran seres sin pecado, podían pecar, como también podían no pecar. Una lectura cuidadosa del relato bíblico nos lleva a las siguientes conclusiones:

 

– El pecado de nuestros primeros padres fué puramente voluntario; fué un hecho resultado de su propia determinación. Su pecado fué, como todo otro pecado, un hecho voluntario de su voluntad.

Procedió de una fuente externa, es decir, fué instigado desde afuera. En la naturaleza de la primera pareja humana no había pecado. Por consiguiente, debió existir ya un principio malo en el mundo. Probablemente ya había tenido lugar la caída de Satanás y de los ángeles malos.

La esencia del primer pecado está en la negación de la divina voluntad, en la elevación de la voluntad del hombre sobre la voluntad de Dios.

Fué una transgresión deliberada del límite que Dios le había puesto.

En último análisis, el primer pecado fué lo que han sido todos y cada uno de los pecados cometidos desde entonces, una incredulidad positiva respecto a la Palabra del Dios vivo, una fe en Satanás más que una fe en Dios.

Es muy digno de notarse que a Cristo le fueron presentadas en el desierto las mismas tentaciones que a nuestros primeros padres (Mat. 4:1-11), y las mismas que a todos los hombres desde entonces (1 Juan 2:15-17). Después de todo, el programa de Satanás es corto y vacío.

 

4. RESULTADOS DE LA CAIDA.

a) En Nuestros Primeros Padres, Adán y Eva.

Los resultados del pecado en la experiencia de nuestros padres fueron como sigue:

La maldición de la tierra, que desde entonces no produciría solamente lo bueno (Gén. 3:17).

El dolor y sufrimiento de la mujer al dar a luz, y la sujeción de la mujer al hombre (Gén. 3:16).

Trabajo físico agotador para poder subsistir (Gén. 3:19).

Muerte física y espiritual (Gén. 3:19; 3:2; 5:5; Rom. 5:12).Naturalmente, con todo esto vino también el miedo a Dios, la vergüenza a causa del pecado, el ocultarse de la presencia de Dios, y, finalmente la expulsión del huerto del Edén (Gén. 3:8-11,22-24).

b) En la Raza Humana: Varias Teorías.

Generalmente se sostienen tres puntos de vista diferentes en relación con el efecto del pecado de Adán en la raza. Antes de entrar a considerar en detalle el punto de vista bíblico, consideremos brevemente estas tres teorías:

Que el pecado de Adán no afectó a nadie más que a él; que todo ser humano que nace en este mundo está tan libre del pecado como lo estuvo Adán. El único efecto que tuvo el primer pecado sobre la raza fué el de un mal ejemplo. Según esta teoría el hombre se encuentra en buen estado moral y espiritual. Este modo de ver las cosas es falso, porque las Escrituras reconocen que todos los hombres son culpables y poseen una naturaleza pecaminosa; porque el hombre, tan pronto como llegue a la edad de la responsabilidad, comete actos pecaminosos, y esta regla no tiene excepción; porque la justicia es imposible sin la ayuda de Dios, de lo contrario la redención sería resultado de las obras de justicia que nosotros hacemos, lo que la Escritura niega. Según este punto de vista el hombre está perfectamente bueno. (Teoría Pelagiana.)

Que mientras el pecado de Adán, como culpa,, no se imputa al hombre, éste está, sin embargo, destituido de la justicia original, y sin la ayuda divina, es completamente incapaz de obtenerla. A pesar de ello, Dios da a cada individuo, al llegar al uso de la conciencia, un don especial de su Espíritu que le capacita para ser justo, si él permite que su voluntad coopere con el Espíritu de Dios. Según esta teoría el hombre no está más que medio enfermo o medio bien. Esta teoría es falsa también porque las Escrituras afirman claramente que el hombre es absolutamente incapaz de hacer cosa alguna para salvarse. (Teoría Semi-Pelagiana.)

Que a causa de la mudad de la raza en Adán y de la unidad orgánica de toda la humanidad, el pecado de Adán se imputa a toda su posteridad. La naturaleza que el hombre posee ahora, es semejante a la naturaleza corrompida de Adán. El hombre no puede hacer nada para salvarse a sí mismo. Según esta teoría, el hombre no sólo no está bien, ni medio bien, sino que está completamente muerto. (Teoría Agustiniana.)

ENSEÑANZA BIBLICA

(1) Todos los hombres, sin distinción de clase o condición, son pecadores delante de Dios.

Rom. 3:9, 10, 22, 23; Salmo 14; Isa. 53:6. Podrá existir diferencia en el grado, pero no en el hecho del pecado. Todos los hombres, judíos o gentiles, han errado el blanco, y no han alcanzado la norma de Dios. No hay justo, ni uno solo.

(2) Esta universal condición pecaminosa está vitalmente relacionada con el pecado de Adán.

Rom. 5:12: “De consiguiente, vino la reconciliación por uno, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, y la muerte así pasó a todos los hombres, pues que todos pecaron” “Porque el juicio a la verdad vino de un pecado para condenación” (5:16). “Porque como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores” (5:19). Todos los hombres estaban en Adán cuando él pecó; cayendo él, cayeron todos. Aquí radica la verdad de la unidad orgánica de la raza. “En Adán todos mueren.” Aquí se presentan dos preguntas: ¿Cómo puede considerarse al hombre responsable de una naturaleza depravada? Esto está relacionado con el asunto del pecado original. Y, ¿cómo puede Dios con justicia imputarnos el pecado de Adán? Esto se refiere a la cuestión de la imputación del pecado.

(3) Todo el mundo está bajo condenación, ira y maldición.

Rom. 3:19: “Para que toda boca se tape, y que todo el mundo se sujete a Dios.” Gál. 3:10; Efes. 2:3. La ley de Dios requiere una obediencia perfecta, pero ningún hijo del hombre puede prestar tal obediencia; de aquí que la maldición de una ley quebrantada cae sobre todos los que la quebrantan. La ira de Dios cae sobre todos los que no están unidos vitalmente a Cristo por la fe (Juan 3:36).

(4) A los hombres no regenerados se les considera como hijos del diablo, no como hijos de Dios.

1 Juan 3:8-10; Juan 8:44: “Vosotros de vuestro padre el diablo sois.” 1 Juan 5:19: “Sabemos que somos de Dios, y todo el mundo está puesto en maldad” 

(5) Toda la raza humana se encuentra cautiva del pecado y de Satanás  sin poder librarse.

Rom. 7, todo el capítulo; Juan 8:31-36; Efes. 2:3.

(6) Toda la raza humana está lamentablemente afectada por el pecado, mental, moral, espiritual y físicamente.

La inteligencia está oscurecida (Efes. 4:18; 1 Cor. 2:14); el corazón es engañoso y perverso (Jer. 17:9, 10); la mente y la conciencia están manchadas (Gén. 6:5; Tito 1:15); la carne y el espíritu están también manchados (2 Cor. 7:5); la voluntad está debilitada (Rom. 7:18); y nosotros estamos completamente destituidos de toda cualidad divina que pueda hacer frente a las exigencias de la santidad de Dios (Rom. 7:18).

¿Qué significa todo esto? A. H. Strong, en su Teología Sistemática, explica este asunto más o menos como sigue. No quiere decir que haya una ausencia completa de la conciencia (Juan 8:9); ni de todas las cualidades morales (Mar. 10:21); ni que los hombres se hallen sujetos a toda clase de pecado (porque unos pecados excluyen a otros). Quiere decir, sin embargo, que el hombre está completamente destituido de amor para Dios, que es el mandamiento que abarca toda la ley (Juan 5:42); que el hombre natural tiene aversión a Dios (Rom. 8:7); que todo lo que se ha afirmado arriba (6) es cierto del hombre; que el hombre posee una naturaleza que está constantemente desmereciendo; y que no puede librarse a sí mismo del poder de ella (Rom. 7:18, 23).