40 LA LEVADURA DE LOS FARISEOS (I)


La levadura de los fariseos (I)

(Mr 8:14-21)

 

Sobre cristianos atorados* .

¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?

A veces las confusiones producen situaciones divertidas, otras te meten en un lío, pero también, como en este caso, sirven para poner de manifiesto la existencia de un problema.

“Habían olvidado traer pan,”

(Mr 8:14) Habían olvidado de traer pan, y no tenían sino un pan consigo en la barca.”

Este verso es muy importante para situarnos en contexto. Sin esta información no entenderíamos ni la “confusión” de los discípulos ni la “regañina” que recibieron de Jesús. También podemos leer el relato en Mateo (Mt 16:5-12).

La salida de la región de Dalmanuta fue precipitada (8:13). Y con las prisas olvidaron tomar provisiones. Quizás por aquello de “el uno por el otro y el otro por el uno”, lo cierto es que nadie se preocupó del tema. Y cuando se dieron cuenta era tarde. Estaban embarcados en una travesía de unos 10 kilómetros por el lago hasta los alrededores de Betsaida Julia, y un panecillo para 13 hombres apenas daba para un bocado. No es difícil imaginar las miradas, la preocupación, incluso los reproches a media voz. Es en este contexto que Jesús rompe su silencio.

“Mirad, guardaos de la levadura de…”

(Mr 8:15) “Y Él les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.”

Mientras ellos estaban “en su historia” parece que el Señor estaba reflexionando en lo ocurrido con los fariseos. Le pesaba en el corazón. Detrás de aquella “piadosa” petición, “danos una señal del cielo”, se escondían corazones incrédulos, llenos de cinismo. De ahí esta solemne declaración: “Mirad, guardaos de la levadura de los fariseos, y de la levadura de Herodes.”

“Atención, tened cuidado de…” Creo que todos hemos aprendido que la vida tiene sus peligros, y hay que mantener una cierta precaución. De la misma manera también la vida espiritual está especialmente amenazada, hay muchas trampas, a veces sutiles, que intentan hacerla fracasar. Es natural que Jesús quiera alertarnos. 

Tanto los verbos como los tiempos que usa¹ indican Que el tema es importante. Que esta vigilancia no será algo circunstancial sino continuo, permanente en el tiempo. De esta amenaza y su peligro nos ocuparemos en un siguiente estudio.

La confusión de los discípulos.

(Mr 8:16) “Y discutían entre sí, diciendo: Es porque no trajimos pan.”

Al parecer ellos no habían dicho nada a Jesús sobre la falta de pan, de ahí que se sorprendan por la exhortación y conversen. Y es aquí donde nace la confusión.

Recordemos que la levadura es un hongo que se distingue por su capacidad para extenderse rápidamente en la masa de pan y fermentar. De esta forma el pan aumenta su volumen y mejora la apariencia. Esta capacidad de expandirse y de cambiar la naturaleza de la masa la hacían ideal para ilustrar el efecto de no juzgar el pecado, de las malas influencias o de las malas enseñanzas. Como casi sin darnos cuenta controlan a la persona y la cambian para mal.

De ahí que la referencia a la levadura podía tener dos sentidos: uno más literal relacionado con el pan físico, y otro figurado para advertir de un peligro.

Este “discutían” indica que ellos razonaron sobre el significado y concluyen que Jesús habla en sentido literal. Que les está prohibiendo comprar pan “que provenga de los fariseos y los herodianos.” Que Jesús trataba de evitar todo contacto con ellos a causa de la dureza de sus corazones, para que no se contaminaran espiritualmente. El problema es que eso era una limitación importante para conseguir pan.

Jesús confronta a los discípulos.

(Mr 8:17-18) “Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Qué discutís, porque no tenéis pan? ¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?”

El Señor se da cuenta de la “confusión”, e interviene. Y es por esto que dijimos que a veces las “confusiones” ponen de relieve también las carencias. En este caso puso en evidencia que los discípulos no están “en sintonía”. Jesús quiere avanzar en el aprendizaje espiritual pero ellos están “en otra cosa”. Están bloqueados en un punto que debía estar superado. De ahí el asombro del Señor y la reprensión que sigue. Tres observaciones antes de continuar:

1ª. Hay una gran diferencia entre el relato de Mateo y el de Marcos. El énfasis de Mateo está en la levadura. En Marcos lo que destaca es la preocupación de Jesús por la condición interna de los discípulos. Interesante ¿Verdad? Nuestro Señor también se preocupa por el estado de nuestros corazones ahora que somos creyentes.

2ª. Las preguntas que siguen están hechas con cariño, sabiduría, temperancia y mil cosas más, pero son una buena regañiza. Y es que a veces hay “situaciones” en la vida de los creyentes que ¡claman al cielo! Ha pasado el tiempo y aún estamos atrapados por los mismas cosas. ¿El propósito? No se trata de hundir en la miseria, “es que sois unos inútiles”, ese no es el lenguaje de Jesús, sino confrontarlos y provocar la reacción.

3ª. Este método de preguntas que invitan a la reflexión (muy utilizado en la antigüedad también entre los judíos), es una evidencia de que no hay conflicto entre fe y razón, al menos cuando la razón no está condicionada por los prejuicios y toma en consideración todos los datos disponibles.

“¿Qué discutís, porque no tenéis pan?” Es como si el Señor exclamara “¿De verdad que esto es lo que preocupa?” “¿Esto es lo que impide ver más allá y entender mis palabras?” Tristemente de esto hay mucho en nuestros días. Cristianos atorados, atascados espiritualmente (Heb 5:12). Incapaces de ver “más allá de sus narices”, de discernir la voz del Señor.

¿No entendéis ni comprendéis? ¿Aún tenéis endurecido vuestro corazón? ¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿Y no recordáis?

Las preguntas son duras. Jesús está usando el lenguaje de los profetas cuando exhortaban a Israel para que dejasen la incredulidad (Jer 5:21). Y no es para menos después de todo lo que han visto y vivido con Jesús. Sin embargo la intención no es cuestionar la Salvación de ellos. Esta reprensión se desarrolla en el contexto del discipulado.

Al no permitir que las verdades que veían y escuchaban pasaran del intelecto a la voluntad, al corazón, produciendo cambios de actitud y conducta, estaban cayendo en la misma actitud de endurecimiento que los antiguos.

Volviendo a las preguntas ¿A qué momento apela Jesús en la experiencia de los discípulos? ¿Qué no comprenden? “Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís?” (Mr 8:18)

(Mr 8:19-20) “Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿Cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce. Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿Cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete.”

Se refería a los dos grandes milagros de alimentación. No solo que alimentó multitudes, sino que proveyó mucho más allá de lo que necesitaban. Por cierto, estas preguntas implican que no se trató del mismo milagro contado de dos formas diferentes, sino dos sucesos distintos. Y ahora viene la pregunta “matadora”.

(Mr 8:21) “Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?”

Si estas preguntas fuesen para el examen de conducir diríamos que “aprobaron” el teórico, Mateo nos dice como respondieron correctamente a estas preguntas, pero “suspendían” el práctico. No estaban interiorizando lo aprendido.

¿Qué cosas no habían aprendido aún? ¿Dónde estaban atascados? En este caso hay dos fundamentales:

El Señor cuida de los suyos. Aquellos episodios de alimentación debían despejar cualquier duda respecto al poder de Jesús para solucionar un contratiempo como ese, la falta de pan. Si no dejó pasar hambre a las multitudes ¿lo haría con sus íntimos? Él nunca hizo un milagro en beneficio propio, pero sí que lo haría a favor de aquellos que amaba. No había razón para que “el pan físico” les quitase el sueño (Mt 6:26-27;33).

Hermanos, no dejemos que los afanes y las preocupaciones, nos impidan avanzar y escuchar la voz del Señor. (1ª Pd 5:7).

Sobre la grandeza de Jesús. Sin duda ellos habían creído que Jesús era el Mesías, por eso varios de ellos dejaron a Juan el Bautista, pero no terminaban de entender las implicaciones que esto tenía, de ver la grandeza de la Persona que iba con ellos en la barca. ¿Y nosotros, lo vemos? Sin duda no hay mejor compañero para el viaje de la vida que el propio Señor Jesucristo, y va con nosotros.

A modo de conclusión: “¿Cómo aún no entendéis?”

Lo hemos comentado en la exposición, Marcos hace un énfasis especial en la preocupación de Jesús por la condición espiritual de los discípulos. De hecho termina el relato con esta pregunta de Jesús: “Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?”.

1º. El relato es una invitación del Señor a examinar nuestra condición espiritual. ¿Estoy escuchando la voz del Señor en mi vida? ¿Estoy estancado en algún punto del camino? No lo olvidemos, el Señor está interesado en nuestro progreso. Una buena oportunidad para humillarnos delante del Señor y pedirle que nos enseñe, que nos cambie. Que nos saque de nuestros “trabes” para seguir avanzando y ser hombres y mujeres útiles en sus manos como lo fueron los discípulos.

2º. El relato es una invitación a considerar la grandeza de Aquel que va en nuestra barca mientras cruzamos el mar de la vida. A descansar en Él.

 

 

Notas.

* Atorado. Con el significado de atascado, obstruido, que no funciona. En este caso, cristianos que no progresan espiritualmente, siempre dando vueltas a las mismas cosas, no crecen, no avanzan.

¹“Mandar” (diastelomai), “mirar” (jorao), “guardarse” (blepo), los tiempos verbales son imperfecto de indicativo para mandar, y dos presentes de imperativo.