65 LA CUESTIÓN DEL TRUBUTO


La cuestión del tributo.

“Dad a César lo que es de César,

y a Dios lo que es de Dios.”

(Mar 12:13-17)

Nuevos actores, nueva estrategia.

(Mr 12:13) “Y le enviaron algunos de los fariseos y de los herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra.”

Aunque los representantes del sanedrín se marcharon avergonzados y furiosos (12:12) no renunciaron a su empeño de desprestigiar a Jesús y buscar una excusa para arrestarle y matarle. En seguida otros tomaron el relevo. En este caso la iniciativa fue de los fariseos (Mt 22:15). Parece que han encontrado la pregunta perfecta para atraparlo. Pero había que rebajar la tensión y crear un ambiente más adecuado. De ahí que hay un cambio de actores y de estrategía.

Esto lo confirma el propio Marcos cuando dice de este equipo, que fueron enviados “para que le sorprendiesen en alguna palabra”. Sorprender es la traducción del verbo griego agreuo, que viene de agra, pesca¹.. Un verbo que significa “atrapar”². “hacer caer en la trampa.”³.  (ver Job 10:16 LXX, un animal salvaje que persigue a su presa⁴.).

En cuanto a las personas: Con este fin, fariseos y herodianos conformaron una extraña alianza. Los fariseos eran un grupo religioso apegado a la ley de Moises y las tradiciones judías. Opuestos a la influencia grecorromana. Los herodianos (Mr 3:6), representaban una opción política. Eran partidarios de la dinastía de Herodes, apegados al poder de Roma y su cultura. Para ellos la religión era secundaria. De ahí que sea una extraña alianza. Enemigos irreconciliables aparcando diferencias y trabajando juntos para destruir a Jesús.

Esta es una escena que se repite constantemente. El Evangelio de Jesús sigue incomodando tanto a los religiosos, como a aquellos que despreciando cualquier religión viven en sus razonamientos y pasiones. No será extraño ver extrañas alianzas entre gobiernos y las grandes religiones para aislar a aquellos que se sujetan solo a la Palabra de Dios y predican el Evangelio.

En cuanto a la estrategia: Los primeros enviaron gente joven, desconocida (Mt 22:15), pero bien instruida, que tomarían la iniciativa. Los segundos, también desconocidos, actuaron como testigos. Pasaron de la confrontación a la adulación. Del “poli malo” al “poli bueno”. Eran eran personas de labios suaves y lisonjeros⁵., que mediante halagos ganaran su confianza, después ponerle en un compromiso y que dijese algo que usar en su contra. Mira como hablaron a Jesús.

La pregunta sobre el impuesto. (Mr 12:14)

“Viniendo ellos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios. ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?”

De la confrontación a la adulación.

Cuando los enviados del Sanedrín interrogaron a Jesús en el templo, se cuidaron mucho de llamarle maestro. Más bien le trataron con aspereza. Pero ahora le llaman abiertamente maestro, didaskalos, en arameo rabbi.

En primer lugar le reconocen como hombre veraz, es decir íntegro, confiable, que dice la verdad, cuyas acciones están guiadas por la verdad. ¿Hay mayor halago para un maestro? Y esto lo argumentan con tres grandes afirmaciones:

– La expresión “y que no te cuidas de nadie” es una forma de repetir su integridad como maestro. ¿Se puede ser un buen maestro y estar condicionado por lo que otros piensan? En otras palabras: Enseñas la verdad cueste lo que cueste.

– ¿Por qué? “Porque no miras la apariencia de los hombres” literalmente “no mirás al rostro de los hombres”. Una expresión que significa que no muestra favoritismos. No se deja influir nadie. Eres un maestro imparcial.  

“Con verdad enseñas el camino de Dios”. No cambias el mensaje para agradar a nadie sino que enseñas con integridad la Palabra de Dios.

¿Hay alguna mentira en lo que ellos dijeron? Todo es verdad, no exageran en nada. Es más, son una muestra de lo que debemos aspirar cada uno de nosotros en el ministerio de la Palabra y en la calidad de nuestra vida. ¿Dónde estaba el problema? El problema estaba en que no expresaban el verdadero sentir de sus corazones. Era pura hipocresía. (Mt 22:18). Era pura adulación.

La pregunta perfecta.

Ahora que han creado el ambiente adecuado viene la trampa: “Ya que eres tan buen maestro, que enseñas la verdad cueste lo que cueste, resuelve este dilema: ¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?” En otras palabras, “¿Es conforme a la ley divina pagarlo? Eres el maestro, dinos qué hacer.”

Dos cosas son importantes antes de seguir: ¿De qué impuesto hablamos? y ¿Por qué la pregunta era una trampa?

– Este era un impuesto anual que cada varón, entre 14 y 65 años, y cada mujer, entre 12 y 65 años, pagaban al emperador. Fue introducido por Cirenio cuando los romanos se hicieron cargo de la provincia de Judea tras el gobierno fracasado del hijo de Herodes el Grande. Hablamos del año 6 d. C. Jesús tendría unos 10 años.  Era un pago impopular, que se percibía como un símbolo de la subyugación a Roma. De hecho su imposición costó un baño de sangre. La mayoría lo asumía como un mal necesario.

– ¿Dónde estaba la trampa?  Un es lícito, provocaría la oposición del pueblo y desacreditaría a Jesús como maestro. Un nó, podía terminar con denuncia a los romanos y acusaciones de sedicioso. Era la pregunta perfecta y con los actores adecuados. Cualquier respuesta tendría malas consecuencias. ¿Qué hará Jesús?

La respuesta de Jesús.

(Mr 12:15) “Mas él, percibiendo la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.”

De nuevo queda en evidencia el gran conocimiento que Jesús tiene de la naturaleza humana. Aunque venían bajo la apariencia de humildad y un supuesto deseo de aprender, en seguida reconoce la mentira (percibiendo la hipocresía) y la trampa (por qué me tentáis) en sus palabras. No podemos engañar a Dios, él conoce la realidad y la necesidad del corazón.

De la adulación y lo melifluo.

Ahora abrimos paréntesis. En esta escena Jesús denuncia un mal del que todos debemos cuidarnos: la adulación, esa “alabanza exagerada y generalmente interesada que se hace a una persona para conseguir un favor o ganar su voluntad.” El problema es doble. Consecuencia de nuestra condición caída:

Somos propensos a usar de la adulación y simular un comportamiento melifluo para conseguir nuestros intereses. Melifluo significa que contiene miel o alguna de sus características. Una persona meliflua es alguien que se comporta de forma afectada o excesivamente amable.

¿A quién no le gusta que le halaguen? Por mucho rechazo que nos produzca no somos inmunes a la adulación. Y que hay personas que la practican como un arte. Se infiltra poco a poco sin darnos y nos gana. En la política, en el trabajo, y aún en la cristiandad. Ver advertencias en (Ro 16:17-18) (Ef 5:6) (1ª Ts 2:5)

¿Y cómo distinguir entre el reconocimiento, que es algo lícito, y la adulación? Tampoco podemos pretender ver en cada persona que nos dirige una palabra amable o de aprecio un adulador. Un diccionario antiguo decía: “La diferencia entre la apreciación y la adulación es muy sencilla, una es sincera, la otra no. Una procede del corazón; la otra sale de la boca. Una es altruista; la otra egoísta.”⁶ En este caso es justo mencionar a Eliú, el amigo de Job. Sus palabras deben expresar nuestro sentir como creyentes (Job 32:21,22). El Señor nos ayude a caminar en humildad y verdad. Es el mejor antídoto ante tales cosas.

“Debemos ser especialmente cautelosos cuando la gente nos lisonjea. … por lo general, los halagos vienen con un dardo venenoso detrás de ellos.”⁷. (Pr 29:5)

“Traedme la moneda para que la vea”.

Jesús pide que le traigan la moneda del impuesto, literal dice “traedme denario”. El denario era la moneda de plata romana, equivale aproximadamente a un día de trabajo, con la que se debía pagar el impuesto. Jesús se dispone a darles una lección objetiva.

(Mr 12:16) “Ellos se la trajeron; y les dijo: ¿De quién es esta imagen y la inscripción? Ellos dijeron: «De César.”

Es comúnmente aceptado que este denario⁸. tenía la imagen del emperador Tiberio en el anverso, con una inscripción que decía: “Tiberio Cesar, hijo del divino Augusto”. Y en el reverso, una alegoría de la paz con la figura de su madre y el texto “Pontífice Máximo.” En realidad no tuvieron que ir lejos a buscarla. Parece que en alguna bolsa de los presentes estaba la moneda⁹.. Aunque hasta tiempos de Vespasiano, y con la intención de acomodarse a los prejuicios judíos, hubo acuñaciones especiales de denarios para Judea sin la imagen del emperador¹⁰., Dios permitió que la moneda que usaron fuese la común.

Esto evidencia que a pesar del desprecio a los romanos, esta se usaba junto con el resto de monedas romanas en la vida diaria y el comercio de Judea. Los mas escrupulosos, explica Edersheim, simplemente evitaban mirar la imagen y la inscripción de la moneda¹¹.

A continuación viene la respuesta de Jesús, palabras que han trascendido el momento y aún hoy son de conocimiento y uso común.

(Mr 12:17) “Respondiendo Jesús, les dijo: Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. Y se maravillaron de Él.”

Otra forma de traducir sería: “Las cosas que son de César, devolved a César, y las cosas que son de Dios, a Dios”. De hecho el verbo dar, apodidomi, tiene entre sus significados dar, entregar de vuelta, devolver, pagar lo que se debe, dar cuenta.¹².

Vamos a tratar de resumir las implicaciones de la respuesta en tres puntos:

  1. Acuñar monedas era un acto de autoridad. De ahí que este privilegio solo pertenecía al poder establecido y sus delegados. Los judíos no acuñaban monedas. Al poseer y usar los denarios y el resto de monedas romanas los judíos estaban reconociendo la autoridad de Cesar en ciertos ámbitos de la vida. En realidad el dinero era solo una de las ventajas, queridas o no, de vivir bajo el gobierno del emperador.

Para Jesús, pagar el impuesto no era un regalo sino un devolver a Cesar lo que le pertenecía, era su moneda y era una deuda por los beneficios que se reciben. Supongo que los creyentes gentiles, en especial los romanos, recibieron esta enseñanza con satisfacción. Sin embargo a pesar de la claridad de su respuesta, los judíos la tergiversaron cuando acusaron a Jesús ante Pilato (Lc 23:2).

  1. Los dos ámbitos de autoridad no son excluyentes. Los fariseos plantearon la pregunta en términos excluyentes “Cesar o Dios”, Jesús contestó “dad a Cesar y a Dios” lo que es justo. Tanto Cesar como Dios tienen sus derechos y ambos deben ser respetados. En realidad Dios mismo, que es el Soberano, así lo ha establecido. Y honramos a Dios cuando los respetamos.

– Dar al César lo que pertenece, es lo que enseñaron Pedro y Pablo. Y no solo pagando impuestos sino también con honra y obediencia (Ro 13:1-7) (1ª P 2:13-17) (Tit 3:1).

– “Y a Dios lo que es de Dios”, pero esto no significaba por ejemplo reconocer la divinidad que Cesar pretendía en sus monedas, ni su oficio de mediador. Eso pertenece a otro orden de cosas. Así lo entendieron los hombres y mujeres piadosos cuando estos dieron leyes injustas o quisieron ocupar el lugar de Dios:

Las matronas hebreas “temen a Dios” y desobedecen la orden de matar a los recién nacidos (Ex 1:17), Sadrác, Mesac y Abednego se niegan a inclinarse ante la estatua de Nabucodonosor (Dn 3:16-18); Daniel desafía la prohibición de Darío y ora a Dios (Dn 6:10-13), los apóstoles la prohibición de predicar el Evangelio (Hch 4:19; 5:29), y los cristianos, a lo largo de la historia se negaron a dar culto a Cesar como un dios pagando con sus vidas.

  1. ¿Dónde está nuestra lealtad?

Estas palabras nos enseñan también que no debemos usar lo divino para no cumplir con nuestros deberes hacia el Cesar, (en cuestiones como el respeto, el orden público, el pago de impuestos, etc;) ni usar las cosas de César para restar a Dios lo que le pertenece. No se debe honrar a uno en detrimento de otro.

De esto último tristemente hay muchos ejemplos, de ahí la pregunta. Cuantas veces no usamos los compromisos o deberes sociales, laborales, o las “ventajas o beneficios del Cesar”, mis vacaciones, el deporte, el entretenimiento y ocio, las artes… para restar a Dios tiempo y devoción. De ahí la oportunidad de esta pregunta ¿Dónde está nuestra lealtad? ¿Y nuestros afectos?

Jesús planteó el impuesto como un deber a causa de los beneficios o uso de las cosas de César. También podríamos plantear lo de Dios en los mismos términos. Al fin y al cabo Él es el Único Soberano. “Lo que somos y tenemos, todo viene de Él.” Pero si solo vemos nuestra relación con Dios en términos de deber, fácilmente estableceremos una relación quejosa o pesada con Él. Y Dios no quiere esto. Por encima de la obligación, Dios quiere nuestra devoción: “Dame hijo mío tu corazón” (Pro 23:26).

De ahí que en vez de plantear nuestra lealtad en términos de obligación, pensemos en la misma en términos de amor y de entrega. Tenemos una deuda de amor con Dios a la que es justo responder con la entrega de todo nuestro ser (Jn 3:16) (Ro 5:8) (Ro 12:1) (Gá 2:20). De ahí la invitación a reflexionar en esta pregunta ¿Y qué de mis afectos? ¿Quién está ganando mi corazón?

“Y se maravillaron de su respuesta.”

La incontrovertible sabiduría de Jesús hacía que aún sus enemigos se asombraran de Él. Triste que la admiración no diera lugar al quebrantamiento.

Para terminar, permitan las palabras de un conocido expositor bíblico sobre la respuesta de Jesús:

“La perfección de la respuesta está en que es completa. Los judíos consideraban el tributo en sí mismo, mientras que la forma apropiada de hacerlo era colocarlo entre todas las cosas “de Cesar”, y después considerar a éstas en relación con (kai) “lo de Dios”. Así todas las dificultades, las referentes al tributo y mil otras, desaparecen. La dificultad con muchas preguntas casuales es que consideramos solamente esa pregunta, y no nos elevamos a una comprensión que abarque todo aquello acerca de lo cual la pregunta es solamente una parte trivial. Jesús siempre vio el todo, y Pablo se eleva a la misma altura, notablemente, al resolver los intrincados problemas de Corinto. La sabiduría que realiza esto viene de lo alto.”¹³.

Me llaman la atención porque son una ayuda a elevar y colocar en perspectiva multitud de situaciones o preguntas que a primera instancia nos desconciertan, o sobre las que parece que la Biblia no tiene nada que decir. Descubrimos así que sí hay principios divinos que nos ayudan aún en nuestras perplejidades. Una sabiduría que viene de lo alto.

 

 

 

NOTAS.

¹Horst Balz y Gerhard Schneider. Diccionario exegético del Nuevo Testamento. Tomo I. Editorial Sígueme.

²Ídem.

³Concordancia Manual y Diccionario griego-español del Nuevo Testamento. Sociedad Bíblica.

Mark L. Strauss. Comentario exegético-práctico del Nuevo Testamento. Pág. 555. Editorial Andamio.

Lisonja: Alabanza exagerada y generalmente interesada que se hace a una persona para conseguir un favor o ganar su voluntad.

Adulación. Ver entrada en Wikipedia. La enciclopedia libre. “El contenido de este artículo incorpora material del tomo 2 de la Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-Americana (Espasa), cuya publicación fue anterior a 1943, por lo que se encuentra en el dominio público.”

Luis de Miguel. https://www.escuelabiblica.com/estudios-biblicos-1.php?id=79

http://setenilhistoriaynumismatica.blogspot.com/2013/02/el-denario-del-tributo.html El denario del tributo.

Algunos apuntan a que la pidieron a los cambistas del templo. Lo cual implica que habían vuelto al patio (ver El Evangelio de Marcos. Análisis lingüístico y comentario exegético, Vol. III. Pág. 203. Ediciones el almendro, Fundación Epsilon. Juan Mateos y Fernando Camacho). Pero estamos a martes, la limpieza fue el lunes, los líderes judíos todavía están preocupados por la reacción de la multitud y la simpatía que provoca Jesús. No parece probable que hayan regresado. 

¹⁰Alfred Edersheim. La vida y los tiempos de Jesús el Mesías. Tomo 2. Pág. 335. Ver nota a pie de página.

¹¹El Evangelio de Marcos. Análisis lingüístico y comentario exegético, Vol. III. Pág 204. Ediciones el almendro, Fundación Épsilon. De Juan Mateos y Fernando Camacho.

¹²W.E. Vine. Ver entrada: dar. Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y Nuevo Testamento. Editorial Caribe.

¹³R.C.H. Lenski. La Interpretación Del Evangelio Según San Marcos. Pág. 451. Publicaciones El Escudo. México.