El descanso dominical


Si no hay mandamiento para el descanso dominical ¿Por qué arraigó el culto cristiano en el primer día de la semana?

Razón Por la Qué no se Otorga Descanso al Nuevo Pueblo de Dios, La Iglesia.

Mirando en la Palabra, y tras la exposición del post anterior, “Qué dice la Biblia Sobre el Descanso Dominical”, queda claro a la luz de la misma Escritura que el Domingo nunca fue ordenado por Jesús ni por sus Apóstoles como día de descanso para ser observado por su Iglesiai.

Aparte de eso, y desde una perspectiva humana, si los cristianos hubieran recibido el mandato de reposar el Domingo, obviamente no lo hubieran podido cumplir…

1. Al igual que Faraón en días de Moisés que osó cuestionar la autoridad de Dios, Nerón, entonces el Emperador de Roma, jamás hubiera permitido que los “perros” cristianos gozaran de semejante privilegio. Si para Egipto el prescindir de la mano de obra de los esclavos hebreos representaban una tremenda pérdida, igual quebranto económico hubiera supuesto a Roma que los cristianos parasen en su actividad laboral un día por semana.

(Éx.2:5) «Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.»

2. Por otro lado, los cristianos estaban, y estamos, en el deber de estar sujetos a las autoridades. Además, muchos de los creyentes de entonces eran esclavos y estaban obligados a estar sumisos a sus amos. Y todo eso, no solo en razón del castigo, sino que también había razones de conciencia que les obligaba y nos obliga. Rm.13:5.

(Rm.13:1-2) «Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.» Cf. Rm.13:1-7; Tit.3:1; 1Pe.2:13-17.

(Rm.13:5) «Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.»

(1Pd.2:18) «Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar.»

La idea es que los creyentes debían cuidar su conducta para no dar pie a que los paganos pudieran blasfemar el Nombre de Dios ni su Palabra. Cf.1Tm.6:1-3; Ef.6:5-7; Col.3:22-25; Tit.2:9-10.

La idea expuesta, aunque breve, justifica el por qué el N.T. no ha registrado ningún mandato que inste al cristiano a guardar un día de descanso, ya sea dominical, o sabático. Dicho lo cual, bien se podría concluir el tema en este punto.

No obstante, en vez de poner punto y final a la presente reflexión, lo que procede es abordar y desgranar la razón del por qué los cristianos, desde el Siglo I de nuestra Era (y sin mediar mandato divino ni humano), adoptaron la norma de congregarse semanalmente el día siguiente del sábado judío, es decir cada primer día de la semana, a efecto de celebrar la Cena memorial que el Señor instituyó, teniéndole a Él por centro de atracción, y motor esencial de sus asambleas cúlticas, lo cual nos lleva a bucear en los antecedentes.

Antecedentes

Apariciones y Actividad de Jesús en el Primer Día de la Semana

1. El Miedo: Tras la crucifixión y muerte del Maestro de Nazaret, (Mt.2:23), en el «lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota» (Jn.19:17), sucedió que el pánico se apoderó del núcleo principal de sus seguidores, temiendo, tal vez, las posibles represalias y purgas que les pudiera sobrevenir por parte de los judíos (Jn.20:19). Como antecedentes, ellos sabían que movimientos “similares” había terminaron en auténticas debacles (Cf. Hch.5:36-37; Lc.13:1; Hch.21:38).

2. La Frustración: Aparte de eso, y dadas las circunstancias, los Discípulos también fueron invadidos por una tremenda frustración. Las expectativas de verse al fin libres del yugo de Roma, unidas a sus más “legítimas” aspiraciones de desempeñar algún alto cargo en la administración del Reino que Jesús el Cristo establecería en breve, todo eso y de forma brutal, se fue al traste. (Lc.24:21).

3. El Antídoto: Jesús Resucitado: ¿Qué sucedió para que de pronto los integrantes de tan medroso y apagado colectivo se convirtiera en audaces paladines?

Desde el viernes, su Maestro y Gran Pastor, yacía en el sepulcro; las autoridades político-religiosas le ajusticiaron ignominiosamente, sellaron la tumba y pusieron una guardia romana para custodiarla. Además, las restricciones que el sábado imponía a los judíos de todo tipo de actividad impidieron que el cuerpo de Cristo fuese debidamente embalsamado.

– Después de tan estrepitosa “derrota”, resulto que, pasado el sábado, al amanecer del Domingo, (primer día de la semana), mujeres creyentes fueron al sepulcro al objeto de embalsamar el cuerpo del amado Maestro y descubrieron que estaba vacío. Pensaron que alguien se había llevado el cuerpo del amado, pero…

– Al parecer, Jesús tenía prisa para abandonar el sepulcro, anhelaba fervientemente poner paz, consolar y serenar el corazón de sus amados; era consciente, tanto del tremendo mazazo que habían recibido, como de sus miedos y flaquezas, de modo que, si las mujeres madrugaron para ir al sepulcro, más lo hizo el Señor para ir al encuentro de los suyos.

La primerísima acción de Jesús en aquel Domingo fue, vencer la muerte y derrotar al mismo Satanás, mediante su resurrección de entre los muertos:

(Hb.2:14-15) «Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre»

(1Co.15:54b-57) «entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo». (Cf.; Sal.16:10).

Para sus discípulos aquello no fue un mero rumor, sino que fueron testigos de la resurrección, tuvieron el privilegio de verle vivo. Así lo atestigua la Escritura.

(Hch.1:3) «después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.»

(Hch.2:32) «A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos (Cf. Hch.3:15; 5:32; 10:39-41).

La consecuencia inmediata que tuvo tan extraordinario suceso dominical fue la conversión de aquellos medrosos Discípulos, en intrépidos defensores y eficaces difusores de la Verdad del Evangelio de…

(Hch.4:18-20) «Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.» (Cf. Hch.5:29).

Aquel fue un Domingo que los seguidores de Jesús jamás podrían olvidar, día que, razonablemente, convirtieron en su más preciada efeméride, día en el que además revivieron sus desvanecidas esperanzas.

(1Pd.1:3) «Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos».

(Mt.28:1, 5-6) «Pasado el día de reposo, [sábado] al amanecer del primer día de la semana, vinieron María Magdalena y la otra María, a ver el sepulcro […] Mas el ángel, respondiendo, dijo a las mujeres: No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo. Venid, ved el lugar donde fue puesto el Señor» (Cf. Mr.16:6; Lc.24:12).

(Rm.4:25) «el cual fue entregado por nuestras transgresiones, y resucitado para nuestra justificación.»

4. Tras la resurrección del Señor e instalada para siempre en el alma y memoria colectiva de los Discípulos, tan señalada efeméride, resulta significativo que los autores sagrados inspirados por el Espíritu Santo, siguán refiriéndose al primer día de la semana para enfatizar que Jesús, en diferentes circunstancias y de forma expresa, se manifestó a sus seguidores estando estos reunidos.

Habiendo quedado bien marcado el primer día de la semana como el día de la resurrección, (Lc.24:1-6), Lucas escribe que ese mismo domingo, apareció a dos discípulos que iban a la aldea de Emaús, (24:13), y que antes de finalizar dicho domingo, Jesús resucitado se apareció al grupo de los discípulos entre los que estaban los dos de Emaús, contándoles como el Señor Jesús les había aparecido, conversó y cenó con ellos, (24:36).

El Evangelio de Juan, además de señalar el primer día de la semana como el día de la resurrección, recalca como en «la noche de aquel mismo día, el primero de la semana» Jesús irrumpió donde sus discípulos estaban reunidos, colocándose en medio de ellos.

Esto mismo lo volvió a repetir al siguiente domingo. Irrumpió otra vez en la sala en la que estaban, y ocupó el centro de la reunión. (Jn.20:19, 26; Cf. Mr.16:14).

Lo pudo haber hecho cualquier otro día de la semana, pero se ve que la intencionalidad de poner énfasis en el hecho de la reunión dominical, es evidente, en cuya ocasión, además, fue adorado y proclamado, como Señor y Dios (Jn.20:28).

Consolidación del Domingo

La Iglesia Puso en Práctica sus Asambleas Públicas en Dia de Domingo.

No entraba en los cálculos de la Iglesia tener un día para descansar (ni aún el mundo podía acariciar esa idea). Su necesidad era poder reunirse para celebrar la Cena Memorial que el Señor les ordenó, y poder ser instruida, consolada, exhortada, y ocuparse de sus finanzas. ¡Y qué mejor día que el Domingo en el que lograr ese hueco que necesitaban para congregarse! (Cf.1Co.14:3).

(Hch.20:7) «El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.»

1. Comentaristas Evangélicos conservadores, Críticos Modernistas, así como los romanistas, al comentar Hch.20:7, coinciden en que la forma en que está redactado el texto permite deducir que la reunión dominical de los cristianos, ya era norma arraiga entre las iglesias.

2. Así comenta E. Trenchard las palabras…: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan…», escribe Lucas con la naturalidad de quien hace mención de una costumbre bien establecida, aun siendo ésta la primera indicación clara de que las iglesias solían reunirse en tal día, concediendo importancia especial al cumplimiento del mandato del Maestro: «Haced esto en memoria de mí…« (LOS HECHOS DE LOS APÓSTOLES, un comentario, 1ªEd. Pág.435.)

3. Al menos es claro que la reunión en Troas no fue casual ni improvisada. Tampoco nadie sugirió o intentó adelantarla. De hecho, Pablo y su equipo tuvieron que aguardar toda una semana (de lunes a domingo) para poder participar en el culto, que incluía el ministerio de la Palabra, así como el partimiento del pan. (Hch.20:6-7, 11).

4. Notar, además, que los Apóstoles no objetaron nada respecto al hecho de que las Iglesias hubiesen consagrado el Domingo a efecto del culto, sino que cual sucedió en Troas, se acoplaron a la dinámica en uso, con naturalidad. En otros casos, los Apóstoles estuvieron prestos para vetar con firmeza, por ejemplo, el esfuerzo que hicieron los judaizantes para imponer a los conversos de la gentilidad la obligación de ser circuncidados.

(1Co.16:1-2) «En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la manera que ordené en las iglesias de Galacia. Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas.»

El texto deja ver claramente que, por lo general, la Iglesia Primitiva, aunque sin mandato expreso, se reunía cada domingo, día emblemático marcado como una gloriosa efeméride por la que, en primer término, se gozaban en conmemorar el glorioso e histórico hecho de la resurrección de Cristo, más la venida del Espíritu Santo que puso en marcha la Iglesia.

Y ya que los hermanos se reunían como iglesia cada primer día de la semana, era razonable que aprovecharan la ocasión para realizar las cuestiones que concernían a la vida del “Cuerpo”, entre otras, la cuestión de sus finanzas para socorrer a los necesitados. En este caso concreto Pablo tenía en mente auxiliar a los hermanos pobres de Jerusalén.

 

Razón del Por Qué el Culto se hace en Domingo.

Es sabido que cuando a los jurisconsultos se les da un caso no tipificado en la Ley, se ven en la necesidad de indagar en los archivos de sentencias o fallos judiciales, por ver si hay algún precedente que establezca una jurisprudencia útil para aplicar al caso en el que trabajan. Si así de contundente es la Escritura, esto significa que el ejemplo de Jesús se ha de tomar como pauta infalible.

Pues igual sucede con ciertos contextos bíblicos, donde se han de valorar los ejemplos y conductas acaecidas en diversas circunstancias, ya plasmadas en las Escrituras, cuyo precedente adquiere el valor de pauta o principio a seguir.

(1Co.10:6,11) «Mas estas cosas sucedieron como ejemplos para nosotros, para que no codiciemos cosas malas, como ellos codiciaron. […] Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos.»

(Rm.15:4) «Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que, por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza.» Cf. Rm.4:23-24; Heb.4:11; 2Pe.2:6; Jud.1:7.

Jesús, Nuestra Pauta a Seguir

1. De boca del mismo Jesús tenemos:

(Jn.13:15) «Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.» y (Mt.11:29) «…y aprended de mí…»

2. De boca de los Apóstoles, Pablo y Pedro Tenemos…:

(Rm.15:5) «Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús»

(Fil.4:9) «Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.» Cf. Jn.13:15; Fil.3:17; 1Pd.2:21

(1Pd.2:21) «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas»

3. Promesa trascendente de Jesús:

(Mt.18:20) «Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos

4. Centralidad de la persona de Jesús

Como foco de atracción y punto de encuentro para las asambleas cúlticas, el mismo Jacob lo preconizó y Jesús confirmó que así sería.

(Gn.49:10) «No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos

(Jn.11:52) «y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.»

(Jn.12:32) «Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo

5. Y como eje del Universo, dice Pablo:

(Ef.1:9-10) «dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.» Cf. Ap.1:13; 5:6; 7:17; Fil.2:9-11

Movimientos Marcadamente Intencionados Tras su Resurrección:

Mirando en la Palabra es claro que, durante su última estadía en este mundo (antes de ascender al Cielo de Dios), el Resucitado es coherente con su promesa de hacerse presente en medio de la reunión de los suyos, (Mt.18:20). Sin lugar a dudas y con reiteración ex profesa, Jesús se plantó en medio de sus reuniones dominicales con la deliberada intención de sentar precedente y acentuar con toda claridad la pauta a seguir.

(Lc.24:36) «Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros»

(Jn.20:19) «… los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros.»

(Jn.20:26) «Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros.»

Más… ¿Qué Dice la Escritura?

Raíces Veterotestamentarias del Primer Día de la Semana.

Confieso que en este punto me resulta difícil resistir el impulso de bucear en las muchas lecciones y aplicaciones espirituales que se desprenden del estudio de las fiestas ordenadas por Dios, para que se observaran puntual y fielmente cada año en Israel, pero no es ese el propósito de este artículo. El objetivo es incidir en el hecho de la aparición del primer día de la semana, y en el uso que tiene dentro del calendario de celebraciones festivas a Jehová.

Tenemos pues que, el primer día de la semana, tan diferente del sábado judío (último de la semana), no deja de tener sus raíces en el A. T., incluida toda la carga profética que proyectan sus símbolos y figuras.

1. La Pascua.

La proyección profética de la Pascua (primera de las siete fiestas programadas en el citado calendario) fue cumplida por el Señor Jesús en toda su plenitud…

(1Co.5:7b) «…porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.»

2. Los Panes sin Levadura.

La segunda fiesta, “Panes sin Levadura”, aparte de la literalidad y escrupulosidad con la que la celebraban los judíos, y en su lado espiritual, enseña a los Discípulos a llevar una vida genuina, transparente, libre de hipocresía, sin doblez, abierta y sincera. Jesús mismo se los inculcó (Cf. Mt.16:6; Mr.8:15; Lc.12:1). Lo mismo, Pablo:

«No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad 1Co.5:6-8 (Cf. Gá.5:9).

3. Las Primicias.

La tercera celebración era la fiesta de “las Primicias”, respecto a la cual hay que subrayar que, a diferencia de las fiestas precedentes que se celebraban en sábado, las Primicias tenía que celebrarse en Domingo.

(Lv. 23:11) «Y el sacerdote mecerá la gavilla delante de Jehová, para que seáis aceptos; el día siguiente del día de reposo la mecerá.» (Cf. Lv.23:11-14).

Decidida y positivamente el Nuevo Testamento asimila esta fiesta con la resurrección de Cristo. Como la primera gavilla debía ser presentada y mecida delante de Jehová el día que seguía al sábado, efectivamente así fue con el Señor. Cristo resucitó el Domingo, primer día de la semana. Fue el primero de la resurrección, por lo que dio pleno cumplimiento a lo que en sí prefiguraba la fiesta de las “Primicias”.

(Hch.26:22b-23) «…dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder: Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles.»

(1Co.15:20-23) «Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida.» Cf. Col.1:18; Ap.1:5.

Por esa razón, la fiesta de Primicias, con la que tenía comienzo una nueva semana, subraya y da significado al Domingo, su primer día de la semana.

Justamente ese día de Domingo se presentaba a Dios una gavilla formada con las espigas que descollaban por encima del resto de la cosecha. Esto evocaba el comienzo de una nueva etapa en el propósito Redentor de Dios, en el poder de la vida de resurrección, siendo Cristo el primero de la resurrección y hecho primicias de los que durmieron, lo cual involucra y garantiza la esperanza cristiana de la resurrección de los creyentes, para consumación de su Obra Redentora. (Cf. Rm.8:23; 2Co.5:2)

(1Co.15:20-23) «Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. Porque, así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida (Cf.Hch.26:22b-23).

4. ¡¡Pentecostés!!

La cuarta fiesta es “Pentecostés”. Con ella, dentro de las siete fiestas, esta ocupa el mismísimo centro o corazón del calendario de fiestas de Jehová para su Pueblo.

(Lv.23:15-16) «Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Jehová.»

Esta celebración que también se la conocía como la fiesta de las Semanas o fiesta de la Cosecha, tenía que celebrarse cincuenta días después de la Pascua, es decir, había que contar siete semanas completas, de domingo a sábados, (7×7 = 49), y el día siguiente, es decir, el primero de la octava semana, era el quincuagésimo.

De modo que, tras haber resucitado en el día de Primicias y antes de ascender al Cielo, Jesús permaneció con sus Discípulos por espacio de cuarenta días, instruyéndolos respecto al Reino de Dios.

Hch.1:3 «a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.»

Y les dijo que permanecieran en Jerusalem, en razón de que, en breves días, (justos los días que faltaban para que se cumplieran los cincuenta que culminaban en el domingo de Pentecostés, día en el comenzaba la fiesta), Dios, les investiría de poder de lo Alto, en cumplimiento de su Palabra. (Cf. Hch.1:4-8)

El resultado es, que Pentecostés, abre un nuevo periodo o dispensación en la Historia de la Redención, lo que se dice, un nuevo gran evento que vuelve a poner en el candelero el día de Domingo, de hecho, en Pentecostés se daba el pistoletazo para iniciar la recolección de la mies.

La “mies”, en sentido figurado, sería el producto abundante, la cosecha de almas, que habría de generar el “grano” de trigo que estaba para caer en tierra y morir.

(Jn.12:24) «De cierto, de cierto os digo, que, si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto»

(Sal.72:16ª) «Será echado un puñado de grano en la tierra, en las cumbres de los montes; Su fruto hará ruido como el Líbano…»

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i Con esta última nota espero poder resumir el argumento que hemos venido desarrollando:

Es verdad que en los detalles que los sinópticos han recogido del momento en el que el Señor instituyó su Cena Memorial (Mt.26:26-8, y paralelos), nada dijo del día para celebrarla, ni de la frecuencia con que se debía celebrar, pero que dijo a sus Apóstoles que, según la necesidad, serían guiados a toda la verdad en materia de fe y prácticas, por inspiración del Espíritu Santo, incluida, por supuesto, la cuestión en debate, (14:26; Jn.16:13; 15:26; Mt.18:18; 1Co.2:10-13). Súmense a los casos citados, los claros precedentes que quedan establecidos como pautas seguir.

1. La clara indicación del Domingo, que desplaza el sábado judío y el uso que estos le daban,, por el signo de Primicias, que apuntaba a la Resurrección del Señor. Igual con Pentecostés, el descenso del Espíritu Santo, su bautismo, y formación de la Iglesia que cumple el signo de la gran cosecha.

2. La idea del Domingo se confirma en el hecho de que, tras haber ocurrido la resurrección el domingo de Primicias, Jesús, además, eligió reunirse con sus Discípulos expresamente en día de Domingo y constituirse en el centro de la reunión. (Mt.18:20; Lc.24:36; Jn.20:19, 26)

3. La evidencia definitiva está en el registro histórico de Hch.20:6-7,11, donde se ve cual es el Ejemplo apostólico para el Culto Dominical. Sin duda, y porque está Escrito, el hecho plasmado en los vv.6-7, establece el patrón que marca el día en que debe celebrarse la Fracción del Pan, y la frecuencia semanal con la que se ha de hacer. La Escritura no da pie para pensar que la cosa se deja a criterio humano o al albur de una supuesta votación de la iglesia local o de su presbiterio. La luz que arroja el pasaje se enfoca sobre varios puntos:

La reunión de la iglesia en Troas no fue improvisada, era la norma que tenían establecida.

Pablo a pesar de sus prisas por llegar a Jerusalem, no intentó influenciar para que el culto se adelantara.

Pablo y sus acompañantes, (v.4), consintieron demorar una semana, (de lunes a Domingo) para en abierta comunión participar de la Fracción del Pan, el Ágape y el ministerio de la Palabra.

El Apóstol y los consiervos que iban con él, no objetaron ni reprocharon a la iglesia el hecho de haber consagrado el Domingo a efecto del culto; más bien se acoplaron a la dinámica en uso con total naturalidad.

La Escritura, más el precedente que estableció Pablo, confirma la pauta a seguir por las iglesias, hasta que el Señor venga. Recordar que Lucas fue guiado por el Espíritu Santo, 1Co.4:6; Fil.3:17

Es evidente que las señales divinas contenidas en las Escrituras, apuntan al primer Día de la semana como el idóneo para que la Iglesia, en esta nueva dispensación, celebrara sus asambleas cúlticas y pudiera dar expresión a la vida del “Cuerpo”.

 

Manuel Leon