Puntualidad Divina

Puntualidad Divina

PUNTUALIDAD DIVINA

Una breve reflexión sobre el ser de Dios y su reflejo en nosotros.

«Pero cuando vino EL cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para…» Gál.4:4.4:4.

Puntualidad Divina

“DIOS, EN LA ESENCIA DE SU SER, ES UN DIOS PUNTUAL.” 

VENIDO EL CUMPLIMIENTO DEL TIEMPO, DIOS… expresión con la que la Escritura muestra la puntualidad divina.

“Mirando en la Palabra”, guía infalible de la Verdad, salta a la vista que Dios, en la esencia de su Ser, es un Dios puntual y que obra fielmente:

Gál.4:4 «Pero cuando vino EL cumplimiento [la consumación] del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para…»

Quiere decir que en aquel momento exacto de la Historia las manecillas del reloj de Dios habían culminado su recorrido, señalando fielmente la hora exacta, para que con la puntualidad que le es propia, Dios procediera sin demora, en fidelidad y verdad, y así fue que Dios envió a su Hijo.

Esta Verdad no surge de un texto aislado, sino que, retrocediendo en el tiempo, se ve que la Palabra está jalonada por pasajes que señalan como característico en Dios Su divina puntualidad:

Gé.7:4 «Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice.»

Gé.10 «y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra»

Gn.17:21 «Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene.»

Gn.21:2 «Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que Dios le había dicho».

El proceder de Jesús 

Así mismo fue el proceder del Maestro por antonomasia, Jesús de Nazaret, o el Profeta de Galilea, al que se supone que nosotros nos hemos adherido, y la de sus Apóstoles Juan y Pedro:

Puntualidad Divina

Jn.13:15 «Porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis»

1Jn.2:6 «El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.»

1Pd.2:21 «Pues para esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas»

Luc.22:14 «Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles.»

Jua.12:27 «Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora.»

CONSECUENCIAS DE LA IMPUNTUALIDAD Mt.25:1-13

La parábola de las Diez Vírgenes, entre las múltiples verdades que despliega, nos invita a que fijemos nuestra atención en las consecuencias ruinosas que conlleva la impuntualidad.

El v.2 divide en dos el grupo de diez señoritas: Cinco prudentes y cinco insensatas, o suavizando los términos: “descuidadas” y “precavidas”.

Una lectura somera nos permite ver dos cosas que destacan en el necio proceder con el que obró el primer grupo:

1. Las insensatas evidencian desidia o descuido grave.

Cuando el Maestro mandó a dos de sus discípulos que aparejasen la Pascua, Jesús ya, con la debida antelación, había contactado con el dueño del aposento, acordando con él, los útiles que iba a necesitar, incluida jofaina y toalla, y aún concertó, hora, lugar, señal y consigna para una correcta identificación de las partes, y para que Pedro y Juan pudieran encontrar el lugar donde habían de preparar la pascua.

Era necesario evitar que Judas les pudiera “aguar la fiesta”, (ya lo haría horas más tarde en Getsemaní, a donde condujo a los esbirros de Anás y Caifás), de ahí la necesidad de que ninguno pudiera conocer el lugar de la cena pascual anticipadamente.Puntualidad Divina

El Señor tomó todas esas precauciones con la debida anticipación y diligencia para poder celebrar la fiesta en paz y con la debida puntualidad. «Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles» Luc.22:14. Hay que reconocer que Pedro y Juan también se aprestaron.

Obvio, la puntualidad requiere una planificación previa. Las vírgenes insensatas evidencian desidia, todo lo dejaron para luego, para después, para mañana, para otro momento, y, a la hora de la verdad, los nervios, las prisas y las consiguientes precipitaciones hacen que todo salga mal y se llegue tarde. De ahí que la negligencia de aquellas chicas les granjeó el adjetivo de insensatas.

2. Desidia y pérdia espiritual. 

Por su impuntualidad se quedaron fuera, no pudieron participar de la fiesta de Bodas. Aquel retraso les reportó un tremendo perjuicio. Este es un principio que tiene validez en todos los órdenes de la vida, sin olvidar que la parábola se refiere al Reino de Dios.

¡Cuánto y cuantos mal ejemplo hemos proyectado con nuestra impuntualidad! Y qué decir en el caso de nuestro compromiso con la Iglesia de Dios ¿Qué grado de descrédito implicamos a los valores cristianos?

¿Cuántas bendiciones hemos dejado de canalizar o perdido cuando habitualmente faltamos a las reuniones o llegamos a la sala con el culto empezado? ¿Pesamos que esa es forma de honrar a Dios, su Palabra y sus ministros?

Absentismo e impuntualidad

Lo que sí tomamos como algo sagrado es la asistencia y puntualidad en el trabajo, al que no faltamos ni aún con tos y con décimas de fiebre, llueva, truene o relampaguee. Y sin embargo, esas mismas contingencias las convertimos en poderosas excusas para dejar de congregarnos, y lo peor es que la motivación de fondo es la de resguardarse para no faltar el lunes al trabajo. Triste pero cierto.

Alguien dijo con gran acierto: “La impuntualidad no se da por falta de tiempo, sino por falta de respeto al tiempo de los demás”.

Añado: La impuntualidad en la vida de piedad, no es por falta de tiempo, sino por falta de respeto a Dios, a los hermanos, al testimonio que nos toca dar a los porpios hijos y a los nuevos en la Fe. Es faltar al respeto a quienes madrugan (tenemos en mente el culto dominical en la mañana) o posponen sus asuntos (diferentes reuniones durante la semana) para que todo esté listo a la hora de empezar el culto, y porque sin reparos restamos a Dios de su tiempo sagrado.

Manuel Leon