En qué nombre debemos bautizar


En qué nombre debemos bautizar.

Un estudio sobre la fórmula bautismal.

 

UNA COMPARATIVA ENTRE Mt.28:19 y Hch.2:38

Mat 28:19 «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en [εις = hacia] i  el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».ii

Hch.2:38 «Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en [επι sobre] el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo

Cuando se lee y se hace una comparativa descuidada de ambos textos, la conclusión inmediata es que Pedro, en la ocasión de Pentecostés, y a la primera de cambio, incumplió el mandato de bautizar «en [εις hacia] el Nombre que es del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo», y por propia iniciativa introdujo en su lugar una modificación («bautícese cada uno de vosotros en [επι sobre] el nombre de Jesucristo»), lo que en apariencia, parece desconfigurar el mandato primigenio que los discípulos recibieron del Cristo resucitado, Mat 28:19.

Para los detractores de las Sagradas Escrituras, las palabras de Pedro en Hch.2:38 constituyen un hecho que demuestra fehacientemente que Mt.28:19 es un texto “corrompido”, “espurio”, “adulterado”; una “interpolación” tardía que alguien, temeraria e interesadamente, osó intercalar, pervirtiendo así las instrucciones que originalmente Jesús ordenó a sus Apóstoles, a efecto de bautizar a los discípulos.

La tesis que esgrimen es, que, en el día de Pentecostés Pedro desconocía el registro mateano tal como nos ha llegado en el Textus Receptus, o Majority Text, (Texto Mayoritario), pues que de haberlo conocido, lo habría aplicado tal cual, pero al no lo aplicarlo y, en su lugar ordenar que los nuevos conversos fuesen bautizados bajo la “fórmula” «en el Nombre de Jesucristo», se creen autorizados para para decir que la fórmula Trinitaria (Mt.28:19), es espuria, pues que de haberlo sabido, Pedro la habría empleado.

Pero la explicación simple y natural es que no existe semejante desavenencia, uno y otro pasajes, al contrario, como veremos, ambos armonizan perfectamente.

Dejando aparte el valor y significado que tienen las preposiciones (“hacia” y “sobre”) usadas por Jesús y Pedro en sus respectivos momentos, (Mt.28:19, y Hch.2:38), centraremos la atención en los seis enunciados que siguen:

1. Contextos y circunstancias. 

     a. En un monte de Galilea, lugar previamente concertado, el Cristo resucitado se encontró, no con los judíos incrédulos, sino con sus Discípulo, que habían creído en Él y que le siguieron durante todo su ministerio terrenal, (Mt.28:16,19). 

     b. El caso de Pedro nos sitúa en Jerusalem, en el día de Pentecostés, y, quien, habiendo sido investido con el poder del Espíritu Santo, predicó a una nutrida muchedumbre de judíos jerosolimitanos y de la diáspora, (Hch.2:4-5, 14).

2. Los Sujetos de las oraciones gramaticales implicadas: 

     a. En el primer caso es el Señor Jesús quien instruye y comisiona a quienes, habiendo creído en Él, les establece como sus ministros plenipotenciarios, para la misión que debían cumplir en todas las naciones: «Por tanto, id… bautizándoles…» Mt.28:16,19a. 

     b. En el segundo, es Pedro quien habla a un auditorio incrédulo, diciéndoles: «arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros…» R.V. 60 Hch.2:38a. O como bien traducen las versiones bíblicas, LBA, BJ, BL95, BNP, BPD, «Arrepiéntanse, y que cada uno de ustedes se haga bautizar…». O la versión israelita (Kadosh) «Kefa les respondió: «¡Vuélvanse de sus pecados [teshuvah], regresen a YAHWEH, y sea cada uno de ustedes sumergido en [base a] la autoridad de Yahshúa Ha Mashíaj»

3. Los predicados de las mismas oraciones gramaticales y sus encomiendas: 

     a. En el lugar convenido, (un monte de Galilea) y tras declararles su divina autoridad, instituyó la ordenanza del Bautismo cristiano, (diferente de todos los bautismos y abluciones que judíos y paganos practicaban, incluso el bautismo de Juan, que Pablo no convalidó (Hch.19:1-5), acto en el que dio a sus Apóstoles las pautas a seguir en la fiel ejecución de la misión que les iba a confiar, (Mt.28:18-20)

1- Debían hacer discípulos.

2- Debían bautizarles «hacia [εις] el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo», y…

3- Debían enseñarles a guardar todas las cosas que Él les había ordenado.

     b. En Jerusalem, Pedro se dirigió a un pueblo incrédulo, culpable de un crimen incalificable. # El mensaje de Pedro les quebrantó. # Al verse perdidos, preguntaron si había alguna solución para su pecado, Hch.2:37, y el Apóstol les prescribió los pasos que debían seguir:

1- Debían arrepentirse.

2- Debían ser bautizados «(επι), sobre la base del nombre de Jesucristo». “es decir, creyendo en Él como Salvador y Mesías” “COMENTARIO del N. T.” Tomo II, pág. 424, C.B.P. 1970, L. Bonnet y A. Schroeder. Obviamente esto no era la fórmula para que los designados por los Apóstoles bautizaran, sino doctrina o enseñanza que los nuevos discípulos debían aplicar al corazón = «enseñándoles que guarden…»

3- Debían, (para perdón y salvación, según el contexto del sermón de Pedro en el que los penitentes, con clara evidencia de su quebranto y a modo de profesión de fe), invocar el Nombre del Señor. Cf. Rm.10:12-13. Joel 2:32, similar a la profesión del eunuco, Hch.8:37, y según el mensaje de Pedro a los gentiles, Hch.10:43.

Hch.2:21 «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo». 

Hch.22:16 «Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre Cf.1Co.6:11.

4. Los movimientos que siguieron: 

     a. Pedro no necesitaba decir a los que se convirtieron que el bautismo que iban a recibir sería «hacia [εις] el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo», ya que esos detalles no eran de su incumbencia; simplemente debían seguir las pautas que Pedro les dio, obedecerlas, sometiéndose al bautismo en los términos indicados, o sea previa invocación del Nombre del Señor, por parte de los arrepentidos.

     b. Los términos en los que se debía realizar el bautismo, (incluida su fórmula), el Señor ya la comunicó a sus Discípulos, en el citado monte de Galilea, con toda precisión y detalle.

    c. En la ocasión de los convertidos por la predicación de Pedro, en Pentecostés, no procedía citar la fórmula bautismal de Mt.28:19, porque no estaba ejecutándose el acto bautismal sino la recomendación de ser bautizado. Aquel no era el lugar, ni el momento en el que se iba a ejecutar el bautismo.

    d. Insisto: Pedro no tenía necesidad de informar a los convertidos que habían optado por bautizarse, de los términos en que la ordenanza se iba a realizar, ya que los bautizadores, instruidos por el Señor, bien sabían la fórmula que debían aplicar. 

    e. Lo que concernía a los catecúmenos era conocer lo que les afectaba: 1º Ser bautizados previo arrepentimiento. 2º Invocar el Nombre para perdón y salvación. 3º Acatar como válida la autoridad con la que Jesús invistió a sus discípulos: «bautícese cada uno de vosotros en [επι = sobre] el Nombre de Jesucristo».

   f. Recuérdese que Pedro estaba enfrascado en dar respuesta a la pregunta que los compungidos de corazón les formularon: Hch.2:37, «Varones hermanos, ¿qué haremos?» de ahí que Pedro “fue al grano”, limitándose a informar a sus oyentes de los pasos a seguir, y punto. (v.38). No habló para los que iban a ejecutar el bautismo, que conocían bien su cometido y cómo proceder al bautizar a los catecúmenos. 

    g. Que algunos digan que, a la vista de Hechos 2:38, se hace evidente que Pedro no conocía la fórmula bautismal trinitaria, y decir que ésta es una interpolación tardía, es ignorar el modus operandi del Apóstol, quien al parecer no bautizaba, sino que delegaba en otros: «Y mandó bautizarles en [ν] el nombre del Señor Jesús» Hch.10:48, o sea que invocaran a Jesucristo como autoridad primigenia. 

Por eso, el hecho de que algunos usen la orden que Pedro dio en Hch.2:38 para que los creyentes fueran bautizados «en [επι] sobre el nombre de Jesucristo», (locución que nada tiene que ver con el mandato de Cristo quien, según Mat.28:19, usó la preposición (εις) hacia), para concluir que la “verdadera” fórmula bautismal es la de Pedro, revela su tendenciosidad en querer negar la Trinidad de Dios.

2ª Ti.2:15 «Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.» 

2ª Tm.1:13 «Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste…»

Tit.1:9 «retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada…»

Nótese que, los oyentes, compungidos de corazón por las palabras que Pedro les predicó en el poder del Espíritu Santo (v.37), acataron sus instrucciones tal cual:

Hch.2:41 «Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas

Asimismo dice el texto que efectivamente fueron bautizados, pero sorprende que, dado los esfuerzos antitrinitarios, no haya vestigio de la supuesta “fórmula” por ellos inventada referida a la locución “En el Nombre de Jesucristo”, expresión con la que Pedro encaminó a los conversos a ser bautizados, y que de haber sido en verdad “fórmula Bautismal”, aquel sí que era el momento de aplicarla.

Pero no. En este caso Lucas, por inspiración divina, dice, no más, «que, los que recibieron su palabra fueron bautizados». ¿Qué ha pasado con la supuesta fórmula “original”? De haber sido correcta semejante teoría, la redacción de Lucas tendría que decir: «que, los que recibieron su palabra fueron bautizados [En el Nombre de Jesucristo]».

Ciñéndonos a la lógica, no es preciso decir que fueron bautizados por inmersión pues que esa era la práctica propia y apropiada.

Por la misma lógica, y sin duda, los bautizadores, investidos de la autoridad que les confería el Nombre del Señor Jesús, acometieron el bautismo con la debida autoridad del Señor, -igual el alguacil que para detener a un malhechor actúa en nombre de la Ley-, es decir, con el debido respaldo legal.

De esa manera los Apóstoles y sus delegados bautizaban con la autoridad del Señor, (en su Nombre), siguiendo las instrucciones que, a efectos del bautismo, recibieron del Cristo Resucitado, quien antes había declarado: «toda autoridad me es dada en el Cielo y en la Tierra, por tanto…».

Recordemos que la sociedad jerosolimitana estaba convulsa, agitada a causa de los últimos sucesos habidos en la ciudad, y sus autoridades, alarmadas y molestas por la osadía con la que obraban los Apóstoles, tanto, que les estaban dejando en evidencia. Decidieron, pues, cortar por lo sano. Optaron por detenerlos, interrogarlos, lacerarlos, y al final intimidarlos:

Hch.4:7 «y poniéndoles en medio, les preguntaron: ¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?»

Hch.5:40 «Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles, después de azotarlos, les mandaron que no hablasen en el nombre de Jesús, y los pusieron en libertad.»

Con tremendo aplomo, Pedro, como quien se sabe poseedor de la razón y que está respaldado por una autoridad superior a la de sus examinadores, alegó:

Hch.4:8-12 «Entonces Pedro, lleno del Espíritu Santo, les dijo: Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste haya sido sanado, sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por Él este hombre está en vuestra presencia sano».

De manera que, bautizar en el nombre de Jesucristo de Nazaret no es más que apelar a la autoridad que da cobertura al que iii bautiza. Ahora bien, para que el acto de bautizar fuera conforme a la voluntad del Señor, los que bautizaban debía ser los primeros en acatar y aplicar las instrucciones que Jesús impartió en el momento en que estableció la ordenanza bautismal, que fue, como sigue:

Mt.28:18-20 «Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.»

Simplemente, esta es la secuencia lógica. Ir más allá de lo Escrito sería nada más que una mera especulación sin fundamento, lo cual lleva al envanecimiento. 1Co.4:6.

Fue así que, comisionados por el Señor, e investidos con la autoridad del Nombre, que los Apóstoles procedieron conforme a su Palabra: «bautizándolos hacia (εις) el Nombre que es del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».iv

5. Evidencias Escriturales en Cascada: 

Cuando hay duda respecto al uso o significado de una palabra o locución, lo propio es seguirle su rastro, y ver qué implica y cómo se aplica en el N. T. En este caso se ve cuan prolíficamente se usa la frase en sí, y como la mayoría de las veces, los discípulos echaban mano del Nombre, para respaldar con la autoridad que le es propia, cualquiera fuera la acción que en el ejercicio de sus funciones, en cualquier circunstancias o contingencias que tuvieran que afrontar.

Así es que, la frase, En el Nombre de…, con leves cambios, pero esencialmente idénticas, se emplea en el N. T. para resaltar y poner en valor, el carácter superlativo y la autoridad del Señor Jesús, aplicada a las operaciones que los discípulos hacían en el desempeño de sus funciones, como autoridades delegadas del Señor.

Sin ser exhaustivo, comprobaremos la misma frase, versionada cinco veces, en un total de 17 pasajes.

1-En el Nombre de Jesús” (Hch.4:18; 8:16; 9:27; Fil.2:10)

2-en el Nombre del Señor”, (Hch.9:29; Stg.5:14).

3- en el Nombre de Jesucristo”, (Hch.2:38; 3:6; 4:10; 16:18).

4- en el Nombre del Señor Jesús”, (Hch.10:48; 19:5; 1Co.6:11; Col.3:17;), o la locución más completa,

5- en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo”, (1Co.1:10; 5:4; Ef.5:20; 2Ts.3:6)

Con esta forma de expresión Pablo quiso dar a la acción apostólica el rango de máxima autoridad, (disciplinar al incestuoso de Corinto), enfatizando así la plena, total y absoluta autoridad de Cristo, es decir, como si el mismo Jesucristo hubiera actuado a través de Pablo.

1Co.5:4-5 «En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús.» (Cf. Ef.5:20; 2Ts.3:6).

6. Ejerciendo la Autoridad del Nombre:

Hch.2:38 «Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo»

¿Cómo se ha de entender la expresión… «bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo»? Como ya se ha dicho, la frase está dada para que la use todo penitente que en verdad busque el perdón de sus pecados y en especial, de la culpa de haber participado en el deicidio del “pasado” viernes de Pascua.

Lo que Pedro hace con tan sustanciosa frase es aplicar las palabras que ya había proclamado previamente en un punto de su mensaje:

v.21 «Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo».

Poquito más adelante, el mismo Apóstol dirá:

4:12 «Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.»

¿Alguien podrá seguir pensando que la locución «bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo» es una fórmula bautismal cuando tales palabras estaban dirigidas a «cada uno de vosotros»? ¿No será mejor entenderla como el recurso que Dios ha dispuesto para que todos y cada uno podamos ser salvos?

Recuérdese que Pedro está hablando a una multitud de personas compungidas y desorientadas, que deseaban salir del atolladero en que estaban, y por eso fue que ellos, desde lo profundo de sus corazones arrepentidos, le preguntaron.

A estos, Pedro, les dio las pautas a seguir, entre ellas, que se hicieran bautizar e invocaran el Nombre, para perdón y salvación, todo ello, en razón de la autoridad que le confería el mismo Nombre, el del Cristo Resucitado, quien soberanamente así lo instituyó, Cf. Mt.28:19; Hch.2:37-38.

Queda claro que esta locución: «en el Nombre de Jesucristo», era la razón por la que se debían bautizar, y no la fórmula que los que les bautizaban debían aplicar al bautizarles. De más sabían los que bautizaban como debían proceder.

Al juzgar por las muchas veces que la Palabra como los siervos de Dios invocaron el Nombre permanentemente, es razonable deducir la tremenda virtud que tiene  invocar el «Nombre que es sobre todo nombre», y hacerlo con conciencia plena de la autoridad omnímoda que posee la Persona invocada. Mt.28:18; Fil.2:9 v

“Remontando la corriente, río arriba, (anterior a Pentecostés), encontramos dos colosales saltos de agua, a los que seguirán tremendas cascadas”.

Mt.18:20 «Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.»

Jn.16:24 «Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.»

Tras Pentecostés, se pueden citar, además:

 

Hch.3:6 «Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo…»

Hch.4:10 «sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo…»

Hch.4:18 «Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús.» Cf. 5:40

Hch.9:15 «El Señor le dijo: Vé, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi Nombre [el conocimiento de la identidad de mi persona] en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel»

Hch.16:18 «Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella…»

1Co.1:10 «Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que…»

1Co.1:13 «¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?» La idea es que la autoridad es Cristo y no Pablo.

1Co.5:4 «En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo…»

Efe.5:20 «dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo

Col.3:17 «Y todo lo que hacéis, sea de palabra o, de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él

2Ts.3:6 «Pero os ordenamos, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que…»

Stg.5:14 «¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor

Hch.9:27 «Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles, y les contó cómo Saulo había visto en el camino al Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco había hablado valerosamente en el nombre de Jesús.»

Hch.8:16 «porque aún no había descendido sobre ninguno de ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de Jesús

Luc 9:1-2 «Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos

De igual manera procedió el Señor con los setenta, los invistió de su autoridad y poder Luc.10:1, y cuando éstos regresaron alborozados, dice el v.17: «Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre

Quiere decir que la «autoridad y poder» que el Señor les confirió, y que ellos aplicaron sanando y echando fuera demonios, se resume en la apelación o invocación que en el cumplimiento de su misión los discípulos hicieron del Nombre, y expresado así: «aun los demonios se nos sujetan en tu Nombre».

Idéntica invocación trataron de manipular ciertos farsantes, los cuales quedaron en evidencia, pues al no ser creyentes y no estar investidos con la autoridad y poder del Señor, fracasaron. De todas formas, las implicaciones del lenguaje si son consecuentes, pues hacen equivalentes, nombre y persona.

Hch.26:9 «Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret».

Hch.19:13 «Pero algunos de los judíos, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tenían espíritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo

Pedro lo hace aún más directo, al sustituir el «Nombre», por la «Persona» representada en el Nombre: Hch9:34 «Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate, y haz tu cama. Y enseguida se levantó.» Es evidente que Pedro estaba obrando en el nombre del Señor Jesús.vi

 

Manuel Leon

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i Los caracteres y vocablos griegos, y sus definiciones, pertenecen al “DICCIONARIO EXPOSITIVO” de W. E. Vine.

ii El bautismo en (eis) el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, en el nombre de la Trinidad. Se presentan objeciones a este lenguaje en boca de Jesús como demasiado teológico y como no una parte genuina del Evangelio de Mateo por esta misma razón. Ver Mt.11:27, donde Jesús habla del Padre y del Hijo como aquí.

     Pero todas estas objeciones carecen de base. Hay un capítulo dedicado a este tema en mi obra The Christ of the Logia donde la genuinidad de estas palabras queda demostrada. A. T. Robertson. “IMÁGENES VERBALES EN EL N. T.” Tomo I, pág. 254, CLIE 1988

iii Tras apelar a su Señorío y Autoridad Universal, v.18, y para establecer legalmente los oficios y misiones que quería delegar en sus Apóstoles, el Señor les iba a investir de la autoridad requerida para el pleno ejercicio de su misión, declarándoles a la vez, cuál era su programa para alcanzar a todo el mundo. 

Por tanto: De forma inferencial se introduce el resultado de lo mencionado previamente, (su Potestad Omnímoda), como base y razón para indicar que el cometido que se asigna a los Apóstoles está en la Autoridad y poder del Cristo Resucitado, que es: «TODA potestad, soberanía, potencia y señorío en el Cielo y en la Tierra».

Por tanto, Id: Imperativo. No son sugerencias, sino órdenes por las que los Apóstoles debían poner en marcha la misión que les tocaba, al tiempo que son investidos para el oficio que habrían de desempeñar tras el descenso del Espíritu Santo.

Id y… Discipulad, (haced discípulos). Nuevo imperativo con el que los Apóstoles quedan establecidos como Autoridad en todo lo concerniente a la Fe, (cuerpo de doctrina), y conducta, por lo que su labor docente será, enseñar las verdades de la Revelación Divina, primero oralmente, que, durante el Siglo I, quedó plasmada en el N.T. 

A todas las naciones, misión que trascendería las fronteras de Israel, y a la raza hebrea, para proyectarse a todos los seres humanos en el Mundo entero.

Bautizándolos. La referencia es al bautismo por inmersión, en agua, y que se administraba a los discípulos bajo la autoridad del Trino Dios; acto mediante el cual los bautizados acataban las enseñanzas de los Apóstoles, y a su vez eran incorporados a la Iglesia.

iv En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: Igual que en el Bautismo de Jesús se ve a la Santa Trinidad involucrada: El Padre habló desde el Cielo, el Hijo se identificó con los pecadores al ser sumergido por el Bautista en las aguas del Jordán, y el Espíritu Santo le ungió, descendiendo sobre Él en forma de paloma, así también en el bautismo cristiano, en el que los discípulos, tras ser bautizados, quedan consagrados al Trino-Dios. # En el nombre, en singular, se expresa la unidad de naturaleza del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

v Enseñándoles que guarden, (mejor, a guardar): La tarea no solo era enseñar la doctrina que los discípulos debían recibir y creer como Palabra de Dios, (cosa fundamental), sino que así mismo, debían inculcarles los preceptos que debía regular su conducta. Así que los Apóstoles, además poseer la facultad de definir y establecer las doctrinas de Fe, también les fue conferida la autoridad para marcar las pautas de la moral. 1Tm.6:3 «Si alguno enseña otra cosa, y no se conforma a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la [vida de] piedad».

Yo estoy con vosotros… La promesa que el Señor hace a los suyos de solidarizarse con ellos, confirma la voluntad resuelta, (expresada en forma de imperativos), y el propósito determinado que tenía de alcanzar al mundo entero con su oferta de perdón y vida eterna, # Todos los días hasta… R. Hanna, hace la siguiente anotación: “M34 Πάσας τὰς ἡμέρας tal vez debe traducirse estrictamente: la totalidad de cada día.” Han pasado ya veinte siglos, y el Señor aún permanece solidario con los suyos a efecto de culminar la misión que les, (nos), asignó.

Olvidar el carácter singular de aquel encuentro y ocasión única, con lo que significó de trascendente la puesta a punto de la misión cristiana al mundo, solo por la obcecación sectaria de descomponer un texto, que a la postre les es imposible recomponer debido a la dificultad de acomodar al texto las palabras de Pedro en Hch.2:38, es un tremendo despropósito.

iv «En el nombre» EL NOMBRE = esencia de la persona a la que pertenece. Al no ser plural, sino singular, expresa la esencia única que comparten en indisoluble unidad y naturaleza, Padre, Hijo y Espíritu Santo: Tres sujetos coiguales, con un único Nombre, = esencia divina, que se revela cuál único y verdadero Dios Eterno.

     Los tres están puestos en una serie ternaria de términos coordinados, homogéneos, de igual categoría, si persona es el Padre, personas son igualmente el Hijo y el Espíritu Santo… José María Bover “EL EVANGELIO DE SAN MATEO” Pág. 524, Ed. Balmes 1946.

v Atendiendo al refrán, “Nunca es mal año por mucho trigo”, o, “la abundancia, si es buena no daña”, introduzco la reflexión de mi amigo y hermano en la fe de Cristo, Josué Aguiar Rodríguez, profesor en Filología de Lengua Española:

“La pretensión de que se hubiese producido una alteración textual interesada por la que a partir de “en el nombre de Jesús” se hubiese transitado hacia una fórmula trinitaria resultaría incoherente incluso con la manera de expresarse del Señor. La simple observación de otras porciones evangélicas demuestra que, al referirse a sí mismo, nunca dijo “en el nombre de Jesús”, sino “en mi nombre”.

Mat.18:5 «Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.»

Mat.18:20 «Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos»

Mat.24:5 «Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán.»

Mar.9:37 «El que reciba en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí sino al que me envió.»

Mar.9:39 «Pero Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre, que luego pueda decir mal de mí.»

Mar.9:41 «Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.»

Mar.13:6 «porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos.»

Mar.16:17 «Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas»

Luc.9:48 «y les dijo: Cualquiera que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y cualquiera que me recibe a mí, recibe al que me envió; porque el que es más pequeño entre todos vosotros, ése es el más grande.»

Luc.21:8 «Él entonces dijo: Mirad que no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: El tiempo está cerca. Mas no vayáis en pos de ellos.»

Jua.14:13 «Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.»

Jua.14:14 «Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré.»

Jua.14:26 «Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.»

Jua.15:16 «No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé.»

Jua.16:23 «En aquel día no me preguntaréis nada. De cierto, de cierto os digo, que todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os lo dará.»

Jua.16:24 «Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido.»

Jua.16:26 «En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros»”

vi EN UN INTENTO SIMPLE por ver cómo podría quedar el texto, (Mt.28:19), recomponiéndolo desde una perspectiva antitrinitaria, y tras ensayarlo, he descubierto en mi caso, la imposibilidad de poderlo armonizar.

Quitando al texto la parte que estorba a los antitrinitarios Mat 28:19 «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo» y reconstruyéndolo con las palabras de Pedro en Hch.2:38, pero sin olvidar, de acuerdo al contexto, que es el Señor Jesús quien instruye y da órdenes a sus Apóstoles, el verso podría quedar… 

1,- Mat 28:19 «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre “de Jesucristo”».

En este caso, siendo Jesús quien está en el uso de la palabra, por lógica, tendría que decir, no “en el nombre de…” sino “en mi Nombre”, locución usada a discreción a lo largo de todo el N.T., con el caso extraordinario de que aún Dios Padre debía envía el Consolador, de parte, o en el Nombre del Señor Jesús. Jn.14:26 «Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho».

2,- «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, “y bautícese [háganse bautizar] cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo”», “de parte mía”.

Toda vez que Jesucristo sigue siendo la persona que habla, queda claro que al cambiar la “fórmula”, (que no es tal fórmula), el sentido del texto se transforma, de modo que, sus palabras, ya no van dirigidas al colegio Apostólico, sino a los catecúmenos, y por una fijación sectaria-irracional, la estructura del texto queda debilitada, y se malogra la culminación del desarrollo programático del Evangelio de Mateo (Cf. arriba, nota iii).

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